El presidente de Argentina, el liberal Mauricio Macri, anunció ayer un duro ajuste fiscal para convencer al FMI de que acelere la entrega al país de los 35.000 millones de dólares restantes de los 50.000 acordados la pasada primavera. Macri pretende así recuperar la confianza de los mercados y frenar el desplome del peso. La divisa argentina perdió la pasada semana un 21% de su valor frente al dólar, acumulando un 34% en el conjunto de agosto y un 98% en lo que va de año.

El paquete de medidas fue anunciado horas antes de que el ministro de Economía argentino, Nicolás Dujovne, viajase a Washington para negociar con el FMI una inyección masiva de fondos. El objetivo es alcanzar el equilibrio fiscal en 2019 (se estima que 2018 cerrará con un déficit del 2,6%), en lugar de hacerlo en 2020 como se había pactado con el FMI, a quien en junio se había prometido un déficit del 1,3% en 2019.

Para conseguir este equilibrio, el Gobierno de Macri establecerá un nuevo impuesto sobre las exportaciones que gravará con un 10% a las agropecuarias y con un 8% a las de otros bienes y servicios. En paralelo se acometerá un recorte del gasto. La inversión pública caerá un 0,7% del PIB, se eliminarán los subsidios al transporte y la electricidad (0,5% del PIB) y se ahorrará un 0,2% del PIB en remuneraciones y gastos operativos del Gobierno, y otro 0,2% en gastos corrientes. La medida estrella de la austeridad gubernamental será una efectista reducción de 19 a 10 del número de ministerios.

Macri presentó el ajuste en una comparecencia televisiva en la que aseguró que gracias a los recortes y a los préstamos del FMI se despejará "cualquier duda sobre la financiación en 2019", y en la que calificó de "malo, malísimo, pero necesario" el impuesto a las exportaciones, que justificó por la situación de emergencia de Argentina. En un intento infructuoso de atajar el desplome del peso, el Gobierno elevó al 60% los tipos de interés la pasada semana, en un país donde la inflación interanual se situó en junio en el 31,2%.

El ajuste decidido ayer por Macri, que preside Argentina desde diciembre de 2015, entierra su política gradualista de ajuste fiscal, cuya piedra angular fue la flexibilización absoluta de los flujos financieros. Esta medida atrajo en 2016 y 2017 una gran cantidad de capitales especulativos que, en 2018, han abandonado el país al modificarse las condiciones financieras internacionales. El aumento de los precios del crudo, la guerra comercial entre EE UU y China y el alza de los tipos de interés en EE UU (1,75% frente al 0,0% de la eurozona), entre otros factores, están provocando una huida de capitales desde los países periféricos a los centrales.