El expresidente Obama rompió ayer su silencio, sólo nueve días después de dejar la Casa Blanca, para pronunciarse contra el veto islámico impuesto por su sucesor, Donald Trump, el pasado viernes. En un comunicado, Obama advirtió de que "los valores estadounidenses están en peligro", al tiempo que señaló sentirse "alentado" por el compromiso social que está demostrando el país contra las medidas migratorias de Trump.

Desde el viernes decenas de miles de personas se han manifestado en las calles y en los caóticos aeropuertos colapsados por la medida; los fiscales generales de 16 estados han condenado la orden ejecutiva de Trump; varios jueces federales han ordenado la liberación de detenidos y otros han prohibido incluso las detenciones; dos relevantes senadores republicanos han considerado que las medidas le hacen el juego a los yihadistas; los senadores demócratas han anunciado que pedirán su anulación y el jefe de la mayoría republicana en el Senado ha pedido "cautela" a la administración para no favorecer a los radicales islámicos. Ayer, el estado de Washington comunicó que recurrirá por inconstitucional la orden y un centenar de diplomáticos firmaron un documento de protesta.

El decreto (orden ejecutiva) de Trump congela durante 90 días la concesión de visados de entrada a los nacionales de Irán, Irak, Siria, Libia, Yemen, Somalia y Sudán. También suspende durante 120 días la acogida de refugiados, medida que en el caso de los sirios tendrá duración indefinida. Trump, que firmó la orden durante una visita al Pentágono, inscribió las medidas en la estrategia antiterrorista contra el grupo yihadista Estado Islámico.

No solo Obama se sumó ayer a las protestas en el interior de EE UU, sino que también lo hicieron los máximos directivos de importantes empresas, comenzando por el banco de inversiones Goldman Sachs, del que procede el secretario del Tesoro de Trump, Steven Mnuchin. También se opuso el grupo automovilístico Ford y empresas tecnológicas como Apple o Google.

Techo histórico

La cadena de cafeterías Starbucks prometió que en los próximos cinco años contratará a unos 10.000 refugiados en los 75 países donde opera. Mientras, la bolsa de Nueva York, que la pasada semana rebasó el techo histórico de los 20.000 puntos, registraba a media sesión pérdidas de alrededor del uno por ciento.

En el exterior, la ONU calificó de ilegal el veto islámico, sumándose a las protestas de Irán -que ha anunciado medidas recíprocas-, Irak -que ha pedido la anulación de la orden-, Yemen, Siria, la Liga Árabe y la Organización para la Cooperación Islámica. En Europa, Alemania y Francia criticaron con dureza la medida, mientras la Comisión Europea optó por una declaración prudente en espera de que se pronuncie el Consejo Europeo. En Reino Unido, una petición que pide al Gobierno que anule la futura visita oficial de Trump ha recogido ya 1,2 millones de firmas desde el sábado y tendrá que ser debatida por el Parlamento sin carácter vinculante.

Mientras, en EE UU, Trump firmó ayer una orden ejecutiva que reduce drásticamente las regulaciones burocráticas del Gobierno. La orden establece que, por cada nueva regla impuesta, se eliminen otras dos.