La tensión se disparó ayer en la Cámara de los Diputados brasileña, con gritos, pancartas y parlamentarios llegando a las manos, horas antes de que se celebrara la votación sobre la apertura de un juicio político a la presidenta, Dilma Rousseff. La misma tensión y división que se vive en las calles de las principales ciudades del país, con nutridas manifestaciones a favor y en contra.

Mientras Rousseff mantenía su rutina dominical y esperaba el resultado de la votación en su residencia del Palacio da Alvorada, acompañada por sus ministros más próximos, diputados afines y contrarios a la mandataria protagonizaban enfrentamientos verbales muy tensos e incluso llegaban a los empujones.

La votación comenzó pasadas las dos de la tarde (las siete de la tarde en la España peninsular) con confrontaciones, gritos y desórdenes, después de 34 horas de debate divididas en siete sesiones plenarias en las que se pronunciaron 273 discursos.

La oposición necesita el voto favorable de 342 de los 513 miembros de la Cámara. De lograrlos, el proceso pasaría al Senado, que decidirá definitivamente sobre el proceso de destitución.

La tensión se exacerbó cuando diputados afines a Rousseff protestaron por la presencia de diputados opositores apostados tras la mesa que dirige la sesión, presidida por Eduardo Cunha, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

El portavoz del oficialista Partido del Trabajo, Afonso Florence, solicitó entonces a Cunha que retirara a los diputados opositores, pero el presidente se negó. Después, los diputados Orlando Silva (del Partido Comunista) y Paulo Teixeira (PT) se plantaron frente a Cunha para intentar convencerle, ante lo que los diputados opositores comenzaron a empujar a Teixeira.

Entonces Cunha ordenó que todos los diputados salieran de la zona de la mesa de la Cámara y se prosiguió con la lectura de votos. Cunha, además, prohibió a los diputados exhibir pancartas.

Anoche, al cierre de esta edición, se contaba con que la votación no acabara hasta las nueve de la noche (las dos de la pasada madrugada en España).

La votación se hizo en forma nominal y cada uno de los 513 diputados fue llamado a manifestarse frente a un micrófono, según un orden geográfico determinado por los 27 estados del país. La previsión de la Mesa de la Cámara era que cada diputado no dispusiera de más que 30 segundos para votar, por lo que el trámite debería durar al menos unas cuatro horas y media.

Entre tanto, miles de personas habían tomado las calles en decenas de ciudades de Brasil para mostrar su apoyo a Rousseff o lo contrario. Las primeras manifestaciones, tanto a favor como en contra de la destitución de la mandataria, ocurrieron en la ciudad de Belén, capital del norteño estado de Pará, donde ambos bandos sacaron a las calles a miles de personas.

Al mismo tiempo, comenzó a llenarse la avenida Atlántica, en la playa de Copacabana, que fue el corazón de las movilizaciones en Río de Janeiro y que por razones de seguridad se celebraron por la mañana por la oposición y por la tarde por el oficialismo.