Las críticas a la política de puertas abiertas para los refugiados de la canciller alemana, Angela Merkel, no sólo proceden ya de las filas del "partido hermano" bávaro, la CSU, sino que ahora empiezan a ser numerosas en su propia formación, la democristiana CDU, y hasta en su Gobierno.

El ministro del Interior, Thomas de Maiziere, reclamó el lunes al Gobierno que limite el número de refugiados que entran en el país, elevando varios enteros la presión sobre Merkel, que se niega a apoyar esta medida. Según el diario "Bild", las autoridades germanas calculan que alrededor de 1,5 millones de refugiados llegarán al país este año, casi el doble de los 800.000 estimados hace pocas semanas.

Berlín desmintió ayer la verosimilitud de estas cifras, obtenidas por extrapolación del intenso flujo de las últimas semanas a todo lo que resta de 2015. En cualquier caso, el Ejecutivo anunció ayer que entre enero y septiembre el país ha recibido unos 577.000 refugiados, más del doble de los que acogió 2014 y en línea con sus previsiones de 800.000 para todo el año.

Tras el pronunciamiento de De Maiziere, un grupo de 34 cargos electos de la CDU ha dirigido una carta a Merkel en protesta por su política de "fronteras abiertas", según informó ayer el semanario "Der Spiegel" en su edición digital. "La práctica de esta política de fronteras abiertas no se ciñe a la ley europea ni a la alemana ni es tampoco acorde con el programa de la CDU", afirma la carta, entre cuyos firmantes hay alcaldes y diputados de cámaras regionales. Los suscriptores de la misiva, de tres folios, advierten de que "un alto número de militantes y electores del partido no se sienten representados por la actual línea de la CDU".

En línea con este malestar, las encuestas reflejan una creciente desafección del electorado hacia Merkel, que queda en su nivel más bajo desde mayo, al bajar hasta el 39%, 2,5 puntos por debajo del resultado obtenido en las elecciones de 2013. Los xenófobos de AfD suben dos puntos en una semana, hasta el 7 por ciento.