Barack Obama se ha convertido en el primer afroamericano en llegar a la presidencia de _EE UU, haciendo realidad el sueño americano. El camino no ha sido fácil para este hijo de padre keniano, al que apenas conoció, y madre nacida en Kansas, que se crió a caballo entre Hawai e Indonesia y estudió Derecho en Harvard.

Obama nació el 4 de agosto de 1961, donde la familia de su madre, Anne Dunham, se había trasladado desde su Kansas natal. En la Universidad de Hawai, Anne conoció a Barak Obama, un estudiante keniano que había conseguido una beca para estudiar en Estados Unidos, pero que regresaría a su país natal poco después del nacimiento de su hijo.

Así las cosas, Obama tuvo que ser criado por su madre y sobre todo por sus abuelos, hasta que cuando cumplió seis años su madre se volvió a casar con un indonesio que trabajaba en el sector petrolero y la familia se trasladó a Yakarta. Obama regresó a Hawai para realizar sus estudios de secundaria, trasladándose posteriormente a Los Angeles y a continuación a Nueva York para licenciarse en Arte en la Universidad de Columbia.

Tras un breve periodo trabajando en una consultora financiera internacional, Obama se trasladó a Chicago en 1985 y allí su vida cambiaría hasta llegar a donde se encuentra actualmente.

En esta ciudad, el ahora candidato demócrata llevó a cabo actividades comunitarias para una coalición de iglesias locales del sur de la ciudad, antes de decidirse a ir a Harvard para licenciarse en Derecho en 1991.

Fue en esta universidad donde Obama comenzó a hacer historia, convirtiéndose en el primer afroamericano en presidir la Harvard Law Review. A su regreso a Chicago, trabajó como abogado experto en derechos civiles y dio clases de Derecho Constitucional en la universidad local, pero finalmente se dio cuenta de que para lograr los cambios que quería hacía falta a trabajar a más alto nivel.

Escaño en el Senado

Así, en 1996, tras casarse con Michelle Obama, una abogada como él licenciada en Harvard, consiguió un escaño por Chicago para el Senado de Illinois, en el que permaneció durante ocho años, después de que en el 2000 no consiguiera un escaño en la Cámara de Representantes estadounidense al que optaba.

Sería en 2004 cuando por fin daría el salto a la política nacional y cuando Obama, para la gran mayoría un desconocido, pasó a convertirse en una figura política de primer orden de la mano del candidato demócrata a la Casa Blanca ese año, John Kerry, quien impresionado por su capacidad de oratoria, le encomendó dar el discurso central de la Convención Demócrata. Y Obama no le defraudó.

"En ningún otro país sobre la tierra mi historia sería posible", afirmó entonces, sin saber que a su historia personal quedaban aún algunos capítulos por añadir. "No hay una América negra y una América blanca, y una América latina y una América asiática, sólo existen los Estados Unidos de América", afirmó, haciendo un llamamiento a la unidad del país y a poner fin a las divisiones partidistas.

Este éxito se vio recompensado con una contundente victoria con el 70% de los votos en las elecciones al Senado de ese otoño, en las que consiguió un escaño por Illinois, si bien no fue suficiente para que su partido ganara la Presidencia. Desde entonces, su carrera ha sido fulgurante y son muchos los que le comparan con el malogrado John F. Kennedy y que ven en él a un digno sucesor de Martin Luther King.

Michelle, "madre en jefe", hace historia como primera dama

Al igual que su marido, Michelle Obama también hizo historia ayer, aunque de forma involuntaria, y se convertirá en la primera afroamericana en ser primera dama del país, un cargo que aunque no tiene carácter oficial, ni funciones específicas ni un sueldo remunerado, ha ido tomando cada vez más peso con los el paso de los años.

Desde Martha Washington hasta Laura Bush, muchas han sido las esposas de presidentes que han pasado por la Casa Blanca. En un primer momento su papel se limitaba a ser la anfitriona de las cenas y fiestas en el palacio presidencial, además de marcar la moda, para poco a poco irse implicando en actividades humanitarias.

Tras Eleanor Roosevelt, que se convirtió en "los ojos y oídos" de su marido, Franklin Roosevelt, al estar éste postrado en una silla de ruedas, las primeras damas se fueron implicando aún más en cuestiones políticas, sobre todo de índole social.

Michelle Obama, de 44 años, nació en una familia humilde de Chicago, hija de una secretaria y de un empleado de la planta de agua de la ciudad, y se crió en un apartamento de un solo dormitorio en un barrio predominantemente negro. Sin embargo, el hecho de que acudiera a una escuela racialmente mixta hizo que se mezclara con facilidad con chicas blancas. De hecho, ella misma ha reconocido que fue en la universidad donde se dio cuenta de que era negra.

En Princetown, realizó una tesis sobre cómo los estudiantes negros deseosos de entrar en un mundo blanco podían mantenerse apegados a su cultura y raíces, para a continuación graduarse en Derecho en Harvard.

Abogacía y hospital

A continuación, Michelle Obama entró a trabajar en un bufete de abogados, donde conocería al que hoy es su marido. Actualmente, es la vicepresidenta del hospital de la Universidad de Chicago, un trabajo a tiempo parcial que le deja tiempo para cuidar de las dos hijas del matrimonio, Malia, de 10 años, y Sasha, de 7.

Michelle ha asegurado que "el servicio a la comunidad ha sido una gran parte de mi vida", algo en lo que coincide con Barack Obama. Durante la campaña, ha tenido un papel cada vez más importante, no limitándose sólo a presentar a su marido, sino que ha protagonizado numerosos actos en solitario y concedido entrevistas. "Me gusta más de lo que pensé que lo haría", reconoció esta misma semana.

Sin embargo, ha dejado claro que su prioridad, si se traslada a vivir en la Casa Blanca, es la de ser madre, más allá de asesorar a su marido, como ha hecho hasta ahora. "Mi primer trabajo, para ser honestos, va a seguir siendo el de madre en jefe", afirmó.

De hecho, durante la larga campaña Michelle Obama ha tratado de conjugar su papel de madre con el de esposa del candidato, poniendo de manifiesto su capacidad de oradora.