La antorcha olímpica de los Juegos de Pekín 2008 recorrió ayer las calles de París en medio de manifestaciones en favor del Tíbet y de los derechos humanos en China y de incidentes que obligaron a apagarla y a protegerla en un autobús.

Como sucediera la víspera en Londres, el paso de la antorcha olímpica no tuvo nada de festivo y se convirtió en una manifestación en contra del régimen chino y en favor del Tíbet. La llama olímpica apenas fue visible en la capital francesa antes de ser embarcada, en la noche de ayer, con destino a EE UU.

Pese al impresionante dispositivo de seguridad, compuesto por unos 3.000 agentes, la lluvia de incidentes obligó a suspender la última parte de los 28 kilómetros del recorrido por París y la llama llegó al estadio de Charléty en un nada vistoso autobús, lejos del clamor popular que se le supone al símbolo olímpico.

Antes, también fue protegida en varios tramos, su recorrido fue modificado para acortarlo y se anularon algunas de las recepciones previstas para el fuego olímpico, como la del Ayuntamiento. Desde que el fuego comenzara su recorrido en la Torre Eiffel pasado el mediodía de ayer, lunes, su paso por París se convirtió en una carrera de obstáculos que obligaron a los organizadores a montarla en varias ocasiones en un autobús para poder avanzar.

La Prefectura de Policía de París confesó que en una ocasión se vieron obligados a apagar la llama por un problema técnico, pero testigos dijeron que el fuego desapareció en más ocasiones.

El símbolo olímpico descendió los escalones de la Torre Eiffel en manos del ex atleta francés Stéphane Diaganá, oro mundial en 1997 en los 400 metros vallas, una metáfora del recorrido plagado de obstáculos que aguardaba a la antorcha. Nada más abandonar la explanada de la Torre Eiffel comenzaron los incidentes.

Decenas de manifestantes trataron de acceder a la llama y se toparon con el dispositivo de seguridad compuesto de un blindaje de motos, agentes y guardaespaldas.