El presidente de EE UU, George W. Bush, y su colega ruso, Vladímir Putin, cuya relación ha sido tensa en los últimos meses, trataron de destacar su cooperación en la cumbre de la OTAN, pero no ocultaron sus desacuerdos.

Ambos líderes participaron ayer en la reunión del Consejo OTAN-Rusia, y volverán a verse este fin de semana en Sochi, una ciudad balneario rusa a orillas del mar Negro, a invitación de Putin para tratar de establecer un "marco estratégico" en sus relaciones que sirva de guía a sus sucesores.

Putin entregará la presidencia rusa a Dimitri Medvédev el próximo 7 de mayo, y Bush abandonará la Casa Blanca en enero, tras las elecciones presidenciales estadounidenses en noviembre. Los dos mandatarios insistieron en que quieren dejar atrás sus discrepancias de los últimos meses.

Por otra parte, los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la Cumbre se comprometieron a reforzar el despliegue de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afgnistán con unos 1.800 militares más, de los cuales más de las mitad estarán destacados en las zonas más atacadas por insurgentes y el movimiento talibán, el sur y el este. Además del compromiso de Francia de desplegar un batallón de 700 efectivos en el este y asumir el mando de la zona central del país a partir del próximo verano, Polonia anunció el envío de 400 militares.