En el 50 aniversario de la Europa unida, los líderes europeos se comprometieron ayer a "renovar los fundamentos comunes para que esta Unión supranacional, única en el mundo, siga siendo fuente de paz, prosperidad y libertad".

Los veintisiete gobernantes aparcaron unas horas sus divergencias sobre la fallida Constitución Europea y rememoraron la firma, hace 50 años, del Tratado de Roma, que lanzó la construcción europea. El gran mercado sin fronteras, el euro y la reunificación continental han ido mucho más allá de los sueños más optimistas de los fundadores.

En el patio del Museo Histórico Alemán, la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering, firmaron una declaración de un par de folios que supone la renovación simbólica de aquellos votos europeístas en un momento de dudas entre algunos políticos y desencanto entre los ciudadanos. Europa ha cambiado mucho, ya no son seis sino veintisiete los socios, la democracia ha triunfado en el Este y el europeo de hoy es cincuenta veces más próspero que el de entonces, pero la unión continúa siendo una necesidad.

Como dijo en su intervención el primer ministro italiano, Romano Prodi, el único gobernante invitado a hablar, "Europa es el antídoto a nuestros males".

Con sus colegas (todos hombres) sentados a su espalda, Angela Merkel, conmovió al público al recordar su propio pasado. "Crecí al este de esta ciudad. Cuando se firmó el Tratado tenía tres años, siete cuando construyeron el Muro, que dividió también a mi familia, y nunca hubiera creído que antes de la jubilación habría podido viajar libremente. Mis caminos terminaban a pocos metros de aquí", dijo.

Pero el Muro cayó y quien acabaría convirtiéndose en la primera mujer al frente del gobierno en Alemania aprendió "que no debemos aceptar que las cosas sean siempre como son".

A los escépticos de hoy les recordó el comentario de aquel político francés de la época, quien a propósito del documento firmado en Roma dijo que "los tratados son como las chicas jóvenes y las rosas: duran lo que duran". Merkel añadió que "hoy podemos decir que el rosal ha florecido espléndidamente y que una chica, ya no tan joven ha firmado su conmemoración".

Objetivo hasta 2009

La alusión de la canciller a la necesidad de dar "una base renovada a los fundamentos comunes" de la UE hasta 2009, fecha de las próximas elecciones europeas, fue recibida con aplausos.

Sólo el presidente polaco, Lech Kaczynski, reaccionó con semblante serio a esta velada invitación a desatascar el Tratado constitucional, bloqueado desde que franceses y holandeses lo rechazaron en 2005.

En rueda de prensa posterior, Merkel concretaría su plan de trabajar hasta junio en la formación de una masa crítica de países favorable a convocar una nueva conferencia intergubernamental que vuelva a negociar algunos elementos de ese tratado de forma que pueda ser ratificado por todos, incluidas Francia y Holanda. Pero, advirtió de que "lo que decidamos tendrá efectos duraderos, para bien o para mal. Un fracaso sería histórico".

La Declaración de Berlín pretendía unir a los gobiernos europeos para completar las reformas prometidas por la Constitución, aunque las diferencias impidieron que apareciera ninguna mención al Tratado constitucional.