Una escuela gallega del mar en África

El Cetmar comparte su conocimiento con la comunidad mozambiqueña para crear plantas acuícolas, diseñar pequeñas embarcaciones y tratar productos pesqueros

Un pescador de Namaacha mide uno de los barcos creados con apoyo del Cetmar.

Un pescador de Namaacha mide uno de los barcos creados con apoyo del Cetmar. / jorge garnelo

Daría la página entera para hablar del conflicto que atraviesa Cabo Delgado (Mozambique), de la guerra que la insurgencia yihadista llevó al norte del país africano, de los más de 6.000 muertos en manos de radicales desde 2017 o del millón de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares, golpeados por la inestabilidad política que afronta la nación de Filipe Nyussi. Es una lacra que, a falta muchas veces de comida, se ha convertido en el pan de cada día. Una amenaza desplegada sobre distintos puntos del continente –Burkina Faso, Somalia, Mali o Nigeria son algunos ejemplos–, que en el caso del territorio que toma por capital a Maputo ha desencadenado una estampida humana hacia el sur.

En distritos como Namaacha, pegado a Esuatini, son tantas las personas que se han refugiado buscando una nueva vida como poca cualquier ayuda que se les pueda prestar. Se posiciona como una de las áreas más empobrecidas, en parte por el flujo migratorio que ahora soporta, pero el hecho de estar relativamente cerca del Pequenos Libombos, un lago localizado a escasos 50 kilómetros de esta comunidad, está siendo sinónimo de una “segunda oportunidad”.

A eso precisamente ha ido un equipo gallego liderado por el Centro Tecnológico del Mar (Cetmar), a potenciar su economía a través de la pesca. Pero no dándoles peces, sino la caña para que esta población pueda labrarse un futuro mientras su territorio se recompone de los mil y un sismos que atraviesa.

Guadalupe Martín, coordinadora de cooperación internacional de la citada entidad, comenta en declaraciones a FARO que en estos momentos desarrollan allí tres líneas de actuación. Por un lado, han identificado las embarcaciones comunes de esta región, muy rudimentarias, y consecuentemente han confeccionado una propuesta de mejora que ya se está materializando en la construcción de balsas ligeras para espacios fluviales. Ese proceso lo han mimetizado y trasladado a los aparejos más habituales de la zona, rediseñando por ejemplo sus nasas para capturar eficazmente langosta de río.

A mayores, la exploración made in Galicia está inmersa en la creación de dos secaderos de pescado, ha reforzado los conocimientos del sector en relación al tratamiento y elaboración de productos del mar, sobre todo teniendo en cuenta los recursos disponibles y las condiciones meteorológicas a las que se enfrentan estas sociedades, y está finalizando una modesta piscifactoría, con el objetivo de garantizar la soberanía alimentaria del lugar.

Arriba, uno de los cursos impartidos en el sur de Mozambique para tratar pescado. Abajo, el proyecto de la planta acuícola.

Uno de los cursos impartidos en el sur de Mozambique para tratar pescado. / jorge garnelo

“Estamos en esa fase de llenado, de fertilización y demás, para introducir después los alevines. Queremos empezar con un tanque de dimensiones reducidas, de unos 300 metros cuadrados, porque consideramos que es el tamaño óptimo para que los acuicultores puedan aprender”, explica Martín, resaltando que el “cuello de botella” que se encuentran en este sentido está en la obtención de ejemplares de calidad y cómo engordarlos: “Además del pienso que puedan comprar, les enseñamos cómo pueden hacerlo de forma artesanal, siempre con sustancias que no compitan con el propio consumo humano”.

Todo tiene que estar controlado al milímetro, más si cabe en un país donde estar bien nutrido es un privilegio y en el que la tilapia, la especie que cultivarán artificialmente, económica, magra, de carne blanca, rica en proteínas, minerales como potasio, fósforo y sodio, o vitaminas D, B3 y B9, es un manjar.

Una escuela gallega del mar en África

El proyecto de la planta acuícola. / jorge garnelo

La semilla de la paridad

El Cetmar lleva dando pasos agigantados en la nación africana desde 2006, si bien estos últimos proyectos se enmarcan en la hoja de ruta programada entre el pasado 2022 y el cada vez más próximo 2024. Tres años en los que junto a Cooperación Galega, encargada de financiar estas acciones, están ayudando a la provincia de Maputo a trazar un esquema para propulsar su pesca y acuicultura.

“Hay muy poca participación de mujeres. Tratamos de incluirlas desde el primer instante”

Guadalupe Martín

— Coordinadora gallega

En esta tarea, los especialistas gallegos no se han olvidado de la igualdad, involucrando no solo a los hombres, tradicionalmente asociados allí –y lamentablemente aquí también– a estos trabajos. “Hay muy poca participación de mujeres, este sector es lo que tiene. Sin embargo, que estén mujeres al construir un tanque, una embarcación o nuevas artes, es remarcar que ellas valen para estar ahí. Lo que tratamos es de integrarlas, por supuesto, desde el primer momento”, concluye Martín. 

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