El acuerdo con Mauritania encalla: la diferencia económica es "sideral"

Un arrastrero gallego en el
puerto de Nuadibú, en
Mauritania.  | // J.R.

Un arrastrero gallego en el puerto de Nuadibú, en Mauritania. | // J.R. / Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Las conversaciones para renovar el acuerdo pesquero más importante para la Unión Europea frenan en seco. La séptima y decisiva ronda que se celebró hasta ayer en Las Palmas culminó sin avances y ambas partes decidieron darse una nueva oportunidad después de Semana Santa. El motivo no es otro que la desigualdad económica entre las pretensiones de Mauritania y la oferta de la Comisión Europea. “La diferencia es sideral”, informan fuentes del sector que siguieron de cerca las conversaciones que tuvieron lugar en Canarias. La situación es límite toda vez que el próximo 15 de noviembre expira la segunda y última prórroga, motivo por el que la responsable de este tipo de acuerdos en Bruselas, la austríaca Veronika Veits, decidió tomar las riendas de la negociación.

Las negociaciones de Las Palmas, que contaron con la presencia de Isabel Artime y Antonio Lizcano por parte de la Secretaría General de Pesca, pusieron sobre la mesa todas las reclamaciones de la flota gallega, tanto la congeladora como la de fresco. En el primer caso la demanda principal es la de volver a capturar pulpo, especie que podían capturar hasta la expulsión en 2012 de los cefalopoderos. En el segundo, los arrastreros y palangreros piden un aumento de la cuota de merluza para cuando el stock mejore –a juicio de los científicos– y que se autorice a pescar el calamar que ahora tiene que ser descartado.

Sin embargo, la parte mauritana no se movió en su petición expresa: aumentar la oferta de Bruselas en la contrapartida económica. Con el acuerdo vigente la UE pagaba 62 millones de euros, sin embargo, el Tribunal de Cuentas ya alertó de que esta cantidad era demasiado alta teniendo en cuenta que parte de las toneladas de pescado disponibles no se capturaban. En concreto, se trata de parte de las cuotas que tienen tanto la flota marisquera como la pelágica. En ambos casos, unidades que no son gallegas.

En la última propuesta, la UE planteaba reducir a la mitad el pago (31 millones), mientras que Mauritania aceptaría 57.

Parar el reloj

Las fuentes cercanas a la negociación apuntan a FARO que ambas partes “decidieron parar el reloj” de esta séptima ronda para retomarla después de Semana Santa en una fecha todavía por determinar. “Culminó sin avances, en una situación similar a la de febrero de 2020”, explican. Bruselas intentó poner sobre la mesa alguna solución con la que recortar esa distancia “sideral” entre ambas partes, como por ejemplo un incremento del canon a pagar por parte de los armadores, pero no llegó a prosperar.

Desde el sector creen que “está todo abierto” y que se puede alcanzar un acuerdo “sobre la bocina”, como sucedió en otras ocasiones. Sobre sus demandas, la parte mauritana responderá en la siguiente ronda tras analizarlas. En frente tendrán los estudios científicos, que en el caso del pulpo no son halagüeños hacia la entrada de nuevas unidades para capturar pulpo. La próxima reunión se perfila como definitiva para conocer qué pasará con esta flota y con el resto del acuerdo.

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Tiempo ajustado y ofertas diferentes

El tiempo para alcanzar un acuerdo se ajusta tras dos prórrogas. La última acaba el próximo 15 de noviembre. Por otro lado, la contrapartida que reclama Mauritania por abrir sus aguas a la flota comunitaria es mucho mayor de lo que ofrece la Unión Europea.

Las peticiones del sector

Mientras, el sector pesquero gallego mantiene que es necesario una mejora en las condiciones en las que trabajarán en Mauritania. En especial, piden volver a capturar pulpo. No pueden hacerlo desde 2012.

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