La minera Namibian Marine Phosphate (NMP), que busca taladrar el caladero pesquero namibio para extraer fosfato, quiere pescar en río revuelto. Consciente de que la mayor oposición a su proyecto proviene de la potente industria pesquera (entre los que está la flota gallega) está intentando aprovechar el caso de corrupción y sobornos destapado el pasado noviembre por WikiLeaks para atizar al sector. En declaraciones al medio especializado Mining Weekly, el CEO de la minera, Chris Jordinson, "estos eventos [el escándalo destapado por WikiLeaks] ponen un signo de interrogación sobre la objetividad de la industria pesquera con respecto a su posición declarada sobre las supuestas amenazas planteadas por la minería de fosfato marino".
Las llamadas Fishrot Files implicaban supuestamente a una pesquera islandesa, Samherji, y a los ministros de Pesca y Justicia del país, que ya dimitieron. Hasta el momento, no existe ninguna empresa pesquera extranjera implicada en el proceso, que ya está en los juzgados.
Desde NMP, sin embargo, entienden que "es importante cuestionar cualquier reclamación" que llegue de las partes implicadas, en relación a la industria pesquera.
El proyecto Sandpiper, que NMP desarrolla desde 2008, prevé realizar trabajos en un área de 2.233 kilómetros cuadrados durante los próximos 20 años. En 2011 recibieron la licencia por parte del Gobierno, pero fue la licencia medioambiental el que paralizó el proyecto, ya que fue otorgado en 2016 y revocado en 2018.
Pese a las presiones -que denunció el ministro de Medio Ambiente, Pohamba Shifeta- de sus principales accionistas, el multimillonario omaní Al Barwani y el empresario local Knowledge Katti, desde entonces Sandpiper está en el aire y en la actualidad está pendiente de una resolución judicial sobre los posibles daños irreversibles de la extracción de fosfatos en el fondo marino y las especies que allí habitan.
