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Aquellas piscinas en las que aprendimos a nadar

Las primeras grandes piscinas de Vigo se construyeron a finales de los 60

El Náutico y As Travesas hicieron resonar el nombre de ciudad en toda España por la gran categoría de sus recintos acuáticos

En los años 70 Samil estrenó piscinas frente al mar en la zona en la que hoy se asientan las pistas de tenis y pádel

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Aquellas piscinas en las que aprendimos a nadar Magar, Cameselle

Las primeras grandes piscinas en Vigo se construyeron a finales de los años 60 dentro de ambiciosos complejos deportivos que centralizaban el creciente interés por la natación en la ciudad. El Náutico y As Travesas hicieron resonar el nombre de la urbe olívica en toda España por la gran categoría de sus recintos acuáticos. Para entonces la ciudad se había dado a conocer con nadadores como Alejandro Febrero – olímpico en Londres 1948-, y contaba con un nutrido grupo de exitosos nadadores que cosechaban títulos y récords nacionales.

Años después, Samil estrenó piscinas frente al mar en la zona en la que hoy se asientan las pistas de tenis y pádel

La piscina del Náutico en las fechas de su inauguración en 1967. MAGAR

El Náutico

“El acontecimiento deportivo del año en Vigo”. Así calificaba FARO la inauguración de la piscina del Náutico el 23 de abril de 1967. Hasta entonces, el club desarrollaba sus actividades acuáticas en el mar, a expensas de la temperatura del agua y tomando como medidas la distancia entre dos bateas. Al acto oficial de apertura, que se celebró un domingo previa bendición católica, acudió Juan Antonio Samaranch, entonces delegado nacional de Educación Física y Deportes.

“Una de las mejores de España de su tipo”, destacaba el diario decano de las instalaciones, de las que se esperaba que saliesen nadadores que compitiesen en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972.

Fue de tal relevancia el acto que se retransmitió en directo por TVE. El festival inaugural contó con la presencia de la “plana mayor de la natación española” que compitió a brazadas en la nueva piscina

La obra fue titánica: más de dos años de trabajos ininterrumpidos, 500 m2 de superficie acristalada, 600 toneladas de cemento, 1.200 metros lineales de pilotes de hormigón, hundidos hasta 12 metros bajo el nivel del mar para asentar el vaso de la piscina y la sala de máquinas.

Los trabajos resultaron muy complejos debido a las presiones que ejercen las mareas sobre la estructura, que queda bajo el nivel del mar. 

La piscina tenía unas dimensiones de 25x14 metros, contaba con seis calles, tres plataformas de saltos a 3, 3,5 y 5 metros, más de 100 cabinas de vestuarios y gradas para albergar a 500 personas.

La gran obra costó 15 millones de pesetas al Real Club Náutico, con una importante subvención de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. 

“Parecía un sueño, una utopía. Ya es una realidad”, concluía FARO su crónica. 

Piscina del Complejo Deportivo Municipal de As Travesas FdV

As Travesas

Al año siguiente se estrenaba la primera piscina pública de la ciudad, ya que la del Náutico se reservaba para sus socios. El 13 de julio de 1968 se inauguró el Complejo Deportivo de As Travesas, que incluía una piscina olímpica al aire libre con entrada por la calle del Carmen, donde se situaban las taquillas para la venta de entradas y abonos. 

Aunque la instalación primigenia de esta piscina estaba proyectada en el Parque de O Castro, cerca los depósitos de agua, el antecesor de Samaranch (Elola Olaso) sugirió que esta se ubicase en el mismo espacio donde se estaba construyendo el gimnasio municipal, en la finca del Carmen. La piscina cerraba así un complejo deportivo iniciado a comienzos de los años 50 con la construcción del pabellón municipal de deportes y que FARO definía como el “mejor complejo deportivo de España por sus instalaciones”.

El recinto acuático destacaba por sus enormes dimensiones: sus 50x25 metros demostraban que estaba “en condiciones de acoger cualquier competición internacional”. Contaba con 10 carriles, gradería y una plataforma de saltos de tres alturas. “El deporte vigués, con este gigantesco complejo, ve cumplidas una de sus más caras aspiraciones”, ensalzaba el diario decano. 

El complejo costó 50 millones de pesetas, aportados al 50% por el Concello de Vigo y la Delegación Nacional de Educación y Deportes. 

Con el paso de los años, As Travesas ganó una pequeña piscina oval para niños.

Aquellas piscinas en las que aprendimos a nadar Rivas

Samil

Antes de las que hoy en día conocemos con las “piscinas de Samil”, repartidas por el paseo marítimo, había otras que ocupaban el espacio destinado hoy a las canchas de tenis y pádel. 

Fueron las segundas instalaciones públicas de la ciudad, abiertas en 1976 en el espacio que se conocía como el “El Picadero” y que albergaba un campo de fútbol. Este amplio recinto de agua dulce a pie de playa contenía tres piscinas: una olímpica de 50x25m, y dos para niños: una rectangular, 0,80 metros de profundidad, y otra hexagonal con una altura 0,30 metros para los chapoteos de los más pequeños. 

A pesar de ser públicas, el acceso al Complejo Deportivo de Samil no era gratuito: 50 pesetas costaba la entrada diaria con abono y daba acceso a la piscina y las duchas. Se entregaba una ficha que permitía entrar y salir del recinto, y que muchos usaban para poder realizar pequeñas incursiones en la playa dejando sus pertenencias sobre seguro en el recinto.

A finales de los 90, estas piscinas cayeron en el abandono y con el paso de los años acabaron convirtiéndose en el espacio deportivo que conocemos hoy en día. 

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