El vigués que analiza las huellas del jazz en la poesía desde un porche en Tennessee

Antón García-Fernández, doctor por la Vanderbilt University, presenta mañana en la librería Versus “Versos a ritmo de jazz”, editado por la UVigo

Antón García-Fernández (dcha.), con su padre, Antonio García Teijeiro, en su biblioteca.

Antón García-Fernández (dcha.), con su padre, Antonio García Teijeiro, en su biblioteca. / RICARDO GROBAS

Fue en la “vasta biblioteca” de su padre donde, de niño, se acercó a la poesía. Y fue también en su “ecléctica discoteca” donde, ya de adolescente, descubrió el jazz. Así que tiene todo el sentido que el que es su primer libro, en el que aúna dos de sus grandes pasiones, comience con versos de su progenitor, Antonio García Teijeiro. Antón García-Fernández (Vigo 1981), doctor en lengua y literatura española por la Vanderbilt University y full professor en el campus de Martin de la Universidad de Tenesse, presenta mañana, a las 20 horas, en la librería Versus, “Versos a ritmo de jazz. El jazz y la poesía española, 1920-1980”. La composición de su padre se queda fuera de este rango temporal, pero es un perfecto ejemplo de lo que recoge en él: poemas inspirados por este género musical e, incluso, compuestos a su ritmo.

La idea surgió cuando llegó a sus manos una antología de poemas españoles de temática jazzística en el siglo XX, realizada por Juan Ignacio Guijarro y publicada por la Fundacion José Manuel de Lara, que lleva por título un “potente” tema de Billie Holiday: “Fruta extraña”. “Pensé que podría ser un corpus literario muy interesante para un estudio porque no hay mucho sobre esto en España”. La idea quedó en un cajón hasta que Jorge Luis Bueno, director del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Vigo y profesor suyo en Filología Inglesa en la UVigo, –con el que aún comparte alegrías y lamentos de celtistas– le ofreció la oportunidad de convertir en libro el proyecto.

Así es que en el porche delantero de su casa de Jackson, a mano, dedicó su tiempo libre a analizar las huellas que el jazz dejó en la poesía española desde su llegada a la península hasta el inicio de la democracia y cómo va cambiando la percepción sobre este género musical a lo largo de estas cinco décadas.

Cincuenta años de versos

Cuenta que el jazz llegó a España –sobre todo a Madrid, Barcelona y Donostia– al tiempo que al resto de Europa. Eran los años 20 del pasado siglo y esta “música exótica” coincide con los autores de las vanguardias, que lo celebraron como símbolo de modernidad. “Veían el jazz como un fenómeno cultural, como una música que llegaba de América que, además, tenía un componente racial”, explica. Destaca que también lo vinculaban al “ruido”, por su “disonancia” y sus “sonidos diferentes”, y “casi siempre”, al baile.

Tras el “hiato” de la Guerra Civil y los “vilipendios” a los que le somete el régimen en los primeros años del franquismo, “los poetas empiezan a saber más acerca del jazz y escriben sobre músicos y canciones específicas; es un cambio importante”.

Relata que es en los 50 cuando comienzan las actuaciones de músicos estadounidenses que viajan a Europa y, por tanto, la crítica musical sobre jazz. “Hay incluso cantantes populares del momento, como Jorge Sepúlveda y Bonet de San Pedro, influidos por el jazz y músicos estadounidenses que se asentaban aquí, porque se los reconocía más en Europa que en su país y los que eran negros vivían mejor, por la segregación”, recuerda.

En la última parte del franquismo se ve como una música “un poco contestataria”. Salvo un poemario de Gabriel Celaya, no es hasta los 80 que usan el jazz como temática principal, y esa década ya está fuera de este análisis. No descarta continuar él, pero anima a otros a coger el relevo.

El objetivo

“Trato de ver de qué manera van cambiando las huellas del jazz en estos poemas”, resume. “Lo más interesante” para él es “cómo se utilizan los ritmos sincopados, repetitivos a veces, cómo las diferentes cadencias del jazz se reflejan en la manera en la que los poetas escriben sus poemas”. Lamenta que hay muchos autores en este libro que han sido “olvidados injustamente”, pero también hay cabida para otros bien conocidos, como García Lorca. Resalta que no a todos les gustaba el jazz. Hay quien lo cita para criticarlo, como los antimperialistas. “Es injusto porque el jazz es quizás una de las mejores cosas que EE UU produjo en el siglo XX”, defiende.

Subraya que “lo más difícil fue escribir sobre algo que no te permite citar a muchas otras personas”, porque hay muy poca bibliografía sobre el tema. Anima a leer el libro escuchando la playlist a la que conduce el código QR que incluyen los ejemplares.

Antón García-Fernández, con el libro, editado por la Universidad de Vigo.

Antón García-Fernández, con el libro, editado por la Universidad de Vigo. / Ricardo Grobas

Y todo esto lo analizó en su casa de la localidad de Jackson –de unos 70.000 habitantes–, en el tiempo libre que le deja su clases como full professor –lo que sería catedrático aquí–. Desde que de pequeño veía a su padre corregir exámenes en casa, tuvo clara su vocación. Lo que no sabía es que acabaría ejerciéndola al otro lado del charco. De hecho, este políglota, pensaba impartir inglés en algún país europeo y por eso estudió Filología inglesa. Pero viajó a Dakota del Sur como estudiante de intercambio en 2001 y las oportunidades laborales de las universidades americanas le sedujeron. Luego vino el doctorado –“pensé que en español sería más sencillo y lógico”– en Nashville, ciudad de la música en la que pudo disfrutar de su otra pasión. Incluso con un programa de radio, como antes había hecho ya en Vigo. Allí conoció a su esposa, Erin, y ya no hubo marcha atrás. Ahora tiene la doble nacionalidad.

Afectivo vínculo con alumnos

Logró puesto en el campus de Martin de la University of Tennessee, especializado en medios de comunicación y agricultura, donde da clases de lengua y literatura española desde 2011. Hay cosas que no le gustan, como el alto nivel de tenencia de armas –en su clase, los alumnos no pueden llevarlas, aún– de este estado conservador o la falta de un sistema público de salud del país. Pero otras le gustan mucho, como ese contacto más estrecho con los alumnos. Él introduce en su clase cosas de su vida, como imágenes de su familia si están aprendiendo esas palabras. Y los alumnos se lo devuelven con cariño, como el saque de honor que le rindió el que fue luego un tercera base en los Piratas de Pittsburgh.

Muchos estudian con él español como lengua extranjera. “Piensan que es más fácil que otros, porque está más presente, en la calle, en las emisoras, en el supermercado...Lo que sí está claro es que es la más útil”. Por eso este embajador, que trata de derribar mitos todavía existentes –como que “a todos nos gustan los toros y todos bailamos flamenco"–, también acude a los institutos para animar a sus estudiantes a escogerlo.

En otras universidades lo conocen por los vídeos de YouTube que hace para explicar con más calma textos que son más difíciles, aunque en clase prefiere que sigan haciendo los ejercicios “en vegetal”, para evitar traductores. Ha usado algún texto de FARO en sus readings y también, cómo no, poemas de su padre. Con un lleno en el auditorio de la Universidad, García Teijeiro dio una conferencia sobre su poesía, traducida por su hijo. “Unha das experiencias máis bonitas da miña vida”, asegura el padre.

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