Las bodas de oro de las enfermeras del Xeral

Parte de la primera promoción de estudiantes del hospital vigués ha festejado medio siglo de profesión y 53 años de amistad en Londres

De izquierda a derecha, Cristal, Nanda, Marisa, Malena, Mari Carmen, Chelo y Cristina, frente al Palacio de Westminster.

De izquierda a derecha, Cristal, Nanda, Marisa, Malena, Mari Carmen, Chelo y Cristina, frente al Palacio de Westminster.

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Desafió las rígidas convenciones de la época victoriana y, en plena Guerra de Crimea (1853-1856), partió al frente acompañada de un equipo de 38 enfermeras voluntarias que ella misma había formado. Tras atravesar el mar Negro y llegar a la base de operaciones británica, aquella comisión sanitaria se encontró un panorama desolador, no solo por la cantidad de soldados heridos en el conflicto bélico, sino por las deficientes condiciones en las que los pacientes eran atendidos. Fue entonces cuando decidió adoptar una serie de medidas que provocaron cambios sustanciales en los cuidados de los enfermos, tales como mejorar la ventilación de las salas, la higiene o situar a las personas más graves más cerca de los puestos de vigilancia. Por las noches recorría las alas de los hospitales con su inseparable linterna turca, lo que le valió el apodo de “la dama de la lámpara”, y se acercaba a los lechos para reconfortar con su conversación a los soldados heridos, escribir cartas a sus familias o, simplemente, acompañarlos en el dolor.

Fue una auténtica visionaria y la implementación de sus métodos de cuidados y la notable mejora de las condiciones de los pacientes en la guerra de Crimea, que permitió salvar a miles de soldados, le otorgó gran reconocimiento internacional, de manera que, en la actualidad, Florence Nightingale es considerada la precursora de la enfermería profesional contemporánea. Referente y pionera, Cristal, Nanda, Marisa, Malena, Mari Carmen, Chelo y Cristina tuvieron claro que sus bodas de oro con la enfermería las tenían que festejar acudiendo a la ciudad en la que falleció Nightingale, porque entendían que el mejor homenaje a su figura era celebrar en Londres medio siglo de profesión y 53 años de amistad.

El grupo de enfermeras viguesas en el Museo de Florence Nightingale.

El grupo de enfermeras viguesas en el Museo de Florence Nightingale. / FdV

Recién llegadas a Vigo, Malena Alonso y Fernanda Amorín muestran sobre la mesa las distintas fotografías que se tomaron en su viaje a la capital británica, en el que por supuesto no faltó una visita al museo dedicado a la vida y obra de la “madre” de las enfermeras, situado en el Hospital Saint Thomas, ni tampoco momentos muy emotivos como la imposición de escarapelas que ellas mismas llevaron a cabo en pleno Hyde Park, mientras que los viandantes se referían a ellas como nurses. “Amigas para siempre” era el lema que se podía leer en sus lazos azules, y es que, pese al paso de los años, parte de la primera promoción de la escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarias (ATS) del Hospital Xeral, que entonces aún era conocido como Residencia Sanitaria Almirante Vierna, ha logrado mantener el bonito vínculo que crearon en la primera mitad de la década de los 70, cuando apenas eran unas veinteañeras que iniciaban unos estudios que posteriormente se convalidarían como diplomatura de Enfermería.

El sistema educativo de la época era religioso y teníamos que pasar el filtro de la monja

“En aquella época, para las mujeres era una carrera atractiva, porque las opciones que había eran Magisterio, Secretariado o Enfermería, y en esta era muy difícil acceder, de hecho, para Vigo tan solo se ofertaron 15 plazas para casi 500 personas. Después del examen también había una entrevista, el sistema educativo de la época era religioso y teníamos que pasar el filtro de la monja. Una vez aprobadas, cursamos los estudios en régimen de internado y de ahí surgió una bonita amistad, porque tuvimos una convivencia muy intensa y al terminar había mucha unidad entre nosotras”, recuerdan Malena y Nanda.

Estudiantes de la primera promoción de la escuela de ATS de la Residencia Sanitaria Almirante Vierna.

Estudiantes de la primera promoción de la escuela de ATS de la Residencia Sanitaria Almirante Vierna. / FdV

Unas barritas sobre el mandilón del uniforme indicaban el curso en el que estaban y luciendo el pelo recogido, una cofia, zueco blanco y medias de cristal, recorrían las plantas del centro hospitalario empapándose de toda cuanta actividad asistencial se prestaba. En este sentido, Nanda Amorín señala que “las alumnas valíamos tanto para un roto como para un descosido, porque yo recuerdo que un día de mañana me quedé a instrumentar una vesícula y por la tarde estaba atendiendo un parto”, afirma esta enfermera jubilada.

Mi familia vivía en la calle Ecuador y muchas veces los saludaba desde la ventana del hospital

Las enfermeras de Vigo, ante la estatua homenaje a Florence Nightingale, en el hospital Saint Thomas en Londres.

Las enfermeras de Vigo, ante la estatua homenaje a Florence Nightingale, en el hospital Saint Thomas en Londres. / Cedida

El régimen de internado no fue fácil y Nanda guarda en la memoria que, como su familia vivía en la calle Ecuador, “muchas veces los saludaba desde la ventana del hospital”, sin embargo, otras no tenían esa suerte. Malena Alonso comenta que “había algunas compañeras que venían de fuera, de País Vasco, Ponferrada y Albacete, luego dos vinieron de traslado de Santiago y Ourense, y claro, estaban lejos de sus casas, así que nosotras fuimos su familia. Compartíamos la ropa, calcetábamos, trabajábamos juntas e incluso una planta del hospital llegó a estar gestionada solo por alumnas. Fuimos una piña y eso nos ayudó a quitarle hierro a estar internadas”.

En los 70, ambas profesionales apuntan que había mucha carencia de personal de enfermería, por lo que finalizados sus estudios fueron contratadas rápidamente en la ciudad, lo que les permitió mantener la unión forjada. Desde el 30 aniversario de la promoción, este grupo de enfermeras viguesas han viajado juntas prácticamente cada año para seguir fortaleciendo su vínculo y recordando siempre a sus compañeras ya fallecidas, monitoras y maestras. En este 2024 son sus bodas de oro y ahí siguen, recorriendo mundo y fieles a su máxima: “Amigas para siempre”.

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