Entrevista | Isabel Barrio Facultativa en Atención Primaria

“En general, se consumen muchísimos fármacos; también entre la población joven”

Esta médica del centro de salud de Sárdoma llama la atención sobre la importancia de ajustar los tratamientos a la “dosis mínima eficaz”

La doctora Isabel Barrio, en su consulta, en el centro de salud de Sárdoma.

La doctora Isabel Barrio, en su consulta, en el centro de salud de Sárdoma. / ALBA VILLAR

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Vinculada a un centro de salud del área sanitaria en el que es palpable la diferencia entre los pacientes de la ciudad y los que pertenecen a un entorno más próximo al rural, desde su consulta en Sárdoma, la doctora Isabel Barrio pone el foco en la optimización de los tratamientos farmacológicos, prestando especial atención a un colectivo tan vulnerable como el de las personas de la tercera edad, a menudo olvidado, y también en la necesidad de fomentar hábitos saludables entre la población para prevenir la aparición de determinadas patologías.

–Defiende la optimización de los tratamientos farmacológicos, ¿qué riesgos entraña una excesiva medicación de los pacientes?

–Los fármacos no están exentos de efectos adversos, de ahí la importancia de valorar la opción más favorable y eficaz para cada paciente. Lo recomendable es emplear los mínimos fármacos posibles, ajustados a la dosis mínima eficaz, y valorar también terapias no farmacológicas, porque en muchas ocasiones también son eficaces. En medicina existe el concepto de yatrogenia, lo que en algunos países industrializados es la tercera causa de muerte, que se refiere a aquellos efectos adversos originados por intervención médica y que van desde una intervención quirúrgica o a cualquier otra sanitaria, como puede ser una relacionada con un diagnóstico, así como a los efectos derivados de los fármacos. En este punto es muy importante tener en cuenta lo que denominamos cascada terapéutica, es decir, el proceso por el que se pauta un tratamiento, que se origine un efecto adverso y que este sea, a su vez, tratado con un nuevo medicamento, produciéndose así un efecto de cascada. Es por esto que resulta fundamental efectuar una buena valoración y prescribir lo mínimo necesario.

–¿Y de qué forma se puede llevar a cabo esa optimización? ¿Los profesionales están concienciados al respecto?

–En muchas ocasiones, la inercia terapéutica, el factor tiempo en las consultas, nos condiciona, pero considero que podemos formarnos de manera adecuada, estudiando y leyendo mucho al respecto, bebiendo de fuentes que no tengan intereses secundarios. Los profesionales debemos ser más críticos.

–Las personas de edad avanzada tienen ese perfil de paciente con múltiples patologías, ¿cabe prestar más atención a este colectivo?

–En el caso de los pacientes mayores, en medicina tenemos en cuenta el concepto de fragilidad, es decir, las personas mayores con mucha patología son mucho más susceptibles a los efectos adversos de los fármacos. Es por esto que sí es necesario tener mucho más cuidado a la hora de pautar los tratamientos, porque además de pluripatológicos también suelen ser pacientes polimedicados, por lo que pueden darse más riesgos de interacciones con otros fármacos o por patologías persistentes, a veces detectan que unos fármacos mejoran una parte y empeoran otra, es algo que puede suceder.

–Con el incremento de actividad asistencial que conlleva.

–Sí, pero no pienso que el aumento de la actividad asistencial en la sanidad tan solo esté vinculado a las personas mayores, sino más bien a un cambio en los hábitos. Aunque enferma menos, la población joven también hace uso de los servicios sanitarios y lo que detectamos es que han cambiado los hábitos de consulta. Está claro que las personas mayores, los pacientes polimedicados, tienden a descompensarse más, pero en general, se consumen muchísimos fármacos, no solo los mayores, ese consumo también se da entre la población joven. En este sentido, la mala alimentación, la falta de ejercicio, la exposición a tóxicos, son algunos de los factores que acaban contribuyendo a dañar el organismo, es por esto que pienso que con una serie de recomendaciones sobre un estilo de vida saludable mejoraría mucho la calidad de vida de gran parte de la población. Por ejemplo, antes era impensable diagnosticar diabetes de tipo 2 en niños y ahora sí que lo estamos viendo, además de obesidad e incluso hipertensión, todo esto está muy relacionado con los malos hábitos. Con ejercicio y alimentación saludable, estoy segura de que muchos pacientes no enfermarían tanto.

–Siendo facultativa en el centro de salud de Sárdoma, ¿detecta diferencia entre sus pacientes y los del centro de la ciudad?

–El tipo de paciente es diferente, porque el de la ciudad suele tener menos tiempo, vive más estresado. En otros entornos la ansiedad está más vinculada al cuidado de otras personas, por ejemplo, y la alimentación también es muy diferente. Esto no quiere decir que en el rural se coma mejor, porque el vino no se considera un problema ni los postres caseros, aunque lleven azúcar, pero sí es cierto que no se abusa de los alimentos procesados.

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