Entrevista | Lucía Pereda Educadora social y agente de igualdad

“Chicos adolescentes ejercen violencia ya en sus primeras relaciones sexuales”

El Colexio Mendiño trabaja la educación afectivo-sexual con casi 200 alumnos de FP

El director del Colexio Mendiño de Vigo, David Rodríguez, y la educadora social y agente de igualdad, Lucía Pereda.

El director del Colexio Mendiño de Vigo, David Rodríguez, y la educadora social y agente de igualdad, Lucía Pereda. / José Lores

Carolina Sertal

Carolina Sertal

No es habitual que reciban este tipo de formaciones y talleres, puesto que suelen estar orientados a aquellos jóvenes que cursan la ESO o Bachillerato, sin embargo, sus edades y el contexto es similar. Conscientes de esta realidad, el Colexio Mendiño de Vigo ha dado un paso al frente para prevenir las violencias sexuales entre el alumnado de Formación Profesional (FP) y ha apostado por trabajar con casi 200 estudiantes la educación afectivo-sexual de la mano de Talentea y la educadora social y agente de igualdad Lucía Pereda.

–¿En qué consiste el programa “Falemos de sexo” y cuál es el objetivo de que se imparta en FP?

–Se trata de una intervención socioeducativa en torno a la afectividad, sexualidad y pornografía en la adolescencia, cuyo objetivo es prevenir las violencias sexuales a través de la educación afectivo-sexual, trabajando con alumnado de la ESO, Bachiller y también de Formación Profesional, aunque es raro que lo soliciten desde este ámbito educativo y en realidad es muy interesante que se imparta entre ese alumnado, ya que muchos comparten edades con estudiantes con otros itinerarios educativos. En este caso, la iniciativa partió del propio Colexio Mendiño y la respuesta, la escucha y la apertura mental fue maravillosa, tanto por parte de las chicas como de los chicos, ya que a veces encontramos resistencias. Pienso que, en este caso, la diferencia no radica tanto en el tipo de estudiantes como en el enfoque de los equipos que dirigen cada centro, si tienen perspectiva feminista o no, o si el alumnado recibió educación afectivo-sexual desde los primeros cursos o no.

–¿Cómo se previene desde las aulas este tipo de violencias?

–El programa se desarrolla en formato obradoiro y trabajamos generando debate grupal y fomentando que se reflexione en el aula para que los y las estudiantes adquieran una perspectiva crítica y lleguen a una conclusión, en este caso, sobre el consumo de pornografía. Está claro que las intervenciones deberían ser amplias, porque al final partimos de que encontramos muchas creencias adquiridas, pero mi trabajo es intentar desmontarlas sin imponer mi criterio y procurando que reflexionen.

La educadora social Lucía Pereda.

La educadora social Lucía Pereda. / José Lores

–¿Y cuáles son esas creencias?

–Lo que encuentro en las aulas es una normalización de la violencia sexual brutal, tanto por parte de los chicos como de las chicas, así como una normalización del consumo de pornografía violenta. Lo que estamos detectando es que los adolescentes construyen su deseo sexual basándose en la pornografía y mientras que ellos normalizan la violencia física, verbal y sexual explícita hacia las mujeres, ellas normalizan que esas violencias les tienen que gustar. En este punto, lo que sucede es que los adolescentes llegan a sus primeras relaciones sexuales con chicos que ejercen esa violencia y con chicas que asumen que su papel es recibir esas violencias, aunque no les guste, fingen o se callan y no dicen nada porque entienden que ese es su papel. Por otra parte, como el deseo sexual se construye de forma violenta, también sucede que los adolescentes, cuando una compañera no quiere ese tipo de relación, sufren disfunción eréctil, ya que la relación que puede mantener no está al nivel de la pornografía que durante años han consumido. La pornografía provoca que los chavales no vean a las mujeres como iguales y entienden que nos gusta que nos peguen, que nos ahoguen, que nos escupan, porque es lo que ven. Las chicas, por su parte, la consumen para conocer qué es eso de lo que hablan los chicos y asumen que su papel es que les tiene que gustar que las dominen, recibir esa violencia y que no pasa nada si su placer no se tiene en cuenta.

–¿Se esperaba encontrar esa normalización tan acusada?

–Sabía que iba a encontrar una normalización, pero no tanta. Hay un discurso muy negacionista: se niega la violencia sexual contra las mujeres, pero es que también se está negando la violencia de género. Llevo trabajando desde 2008 en institutos y no vi este tipo de discurso tan acusado como en los tres o cuatro últimos años. Para mí la explicación está en que tras el auge del feminismo en 2018, se dio un auge de la extrema derecha y muchos menores asumieron su discurso negacionista, que incluso ven revolucionario porque entienden que es ir contra el sistema, ya que el feminismo en la actualidad tiene presencia en las instituciones. Una dinámica a la que suelo recurrir mucho para trabajar en las aulas es preguntarles qué harían si van por la calle y encuentran a personas peleándose, responden que llamar a la policía o que intervenir; luego pregunto qué harían si se encuentran a una persona pegándole patadas a un perro, aquí incluso se enfadan y volverían a intervenir; sin embargo, cuando les planteo que cuando consumen pornografía están viendo prácticas violentas hacia las mujeres y que no solo no se indignan, sino que además se excitan con ello, se quedan callados. Antes no había este problema porque la edad de acceso a la pornografía era distinta, no teníamos educación afectivo-sexual, pero tampoco existía una pornografía tan violenta que nos educaba. Lo que sucede hoy en día es una bomba.

–¿Detecta confusión entre ellos ante este tipo de programas de prevención?

–Están totalmente desinformados y equivocados respecto a lo que se busca con ellos, que no es otra cosa que la igualdad a nivel sexual y prevenir las conductas violentas explícitas hacia las mujeres. Por otra parte, también es importante señalar que, a pesar de que los negacionismos existen, la mayoría escucha, tenemos debate y compartimos ideas. Hay algo muy bueno en los centros educativos y son los equipos de igualdad, que nos permiten trabajar de la mano en la búsqueda de igualdad en el propio centro. Personalmente considero que es un objetivo hacia el que tienen que mirar los centros educativos. 

–¿Qué estrategias se pueden adoptar para frenar estas conductas?

–La solución es la prevención. Ahora intervenimos en ámbitos en los que ya hay conductas desarrolladas, pero la solución pasa por trabajar la educación afectivo-sexual desde Primaria. Las aulas son un espacio de socialización y es importante que sepan que violencia sexual no solo es una violación. Las chicas en los institutos nos cuentan las agresiones que sufren, incluso de niños más pequeños que ellas, que les tocan el culo cuando van por las escaleras o que hacen comentarios sobre sus cuerpos. Para muchas adolescentes supone una auténtica tortura salir al encerado porque siempre reciben silbidos, comentarios o miradas. La violación solo es el pico de la violencia sexual y, previamente, están todas estas situaciones.

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