La historia de Vigo aún se cuenta en sus placas

Los letreros que dan nombre a las calles esconden una gran riqueza patrimonial. Y democrática: solo hay que levantar la cabeza y mirar

Vigo permite caminar por sus calles de dos formas: circulando por los espacios o estando en ellos. En el primer caso, el viandante se desplaza de un lugar a otro, con consciencia poco más que del tráfico para evitar ser atropellado. La otra opción es habitando lo que se camina: con los ojos abiertos al significado y al significante, a la estética y a la historia.

En el privilegiado caso de poder recorrer observando, el transeúnte puede asistir a una auténtica exposición de la historia de la ciudad. No hay más que levantar la cabeza para descubrir el legado artístico y patrimonial que pueden aportar las placas que señalan los nombres de las calles.

La ciudad olívica conserva numerosas muestras de letreros antiguos –antes de Google Maps fundamentales para saber donde se estaba–. Sin ellas la movilidad sería de extrema complejidad.

Entre los paneles que aún hoy cuelgan de los muros, hay algunos conmemorativos –que celebran la vida de alguien o recuerdan un hecho histórico– y otros que meramente sitúan en una vía.

Las primeras placas todavía “en pie” fechan de finales del siglo XIX. Algunas como la situada en el inicio de Vázquez Varela continúan dando servicio. En este caso también recuerda al alcalde que gobernaba cuando los vigueses reconquistaron la ciudad. Está hecha de mármol. El material se corresponde con la citada época y, pese a ofrecer una imagen pulcra, peca de fragilidad. Sus diseños fueron variados. Todos con un fondo blanco, pero distintos motivos decorativos. Se pueden localizar ejemplares con las letras forjadas en bronce o decoradas con estrellas de seis puntas.

Placa de mármol en la avenida Cánovas del Castillo

Una de las placas de mármol que se pueden ver en Vigo, en la avenida Cánovas del Castillo. / Faro

El tiempo y el pronto deterioro dieron paso a los letreros de azulejo, en la segunda mitad del siglo XX. Mercedes Bangueses, secretaria de Estudos Vigueses, señala en su libro Bustos, monumentos decorativos e placas de Vigo que son de especial interés por su belleza. En la calle de los Sombrereiros o en la Plaza de la Constitución se pueden otear algunos ejemplos. Fueron un encargo a la Gran Fábrica Nacional de Rótulos y Placas Esmaltadas de Zaragoza. Todas ellas llevan incorporado el escudo de la ciudad.

En este tiempo, a la par que la cerámica, se colgaron otras placas pesadas, de granito, mucho más extendidas. En García Barbón todavía están presentes. Su gran peso jugó en contra de su duración en las vías.

Ejemplo de letrero de cerámica en la plaza de la Constitución

Ejemplo de letrero de cerámica en la plaza de la Constitución / R.G.

Casi al tiempo, en el Vigo de los 80 y 90 se empezaron a ver letreros de aluminio. Rojos y con las letras blancas, emulando la bandera local. Sin embargo, la exposición al sol y a la lluvia ayudó a su rápida decoloración y desgaste. Aún quedan algunas muestras en las paralelas a Sanjurjo Badía, como la de la calle Robleda.

El último tipo, y el más empleado en las placas conmemorativas, son las de bronce, como la ubicada en la calle Joaquín Yáñez.

Ahora, queda el latón. Las monótonas placas blancas con letreros en negro son la guía más contemporánea que presenta Vigo, para gusto o disgusto de sus vecinos. Cierto es que aportan menos artísticamente hablando, pero prestan más funcionalidad en caso de robo o estrago. Su bajo coste las hace fácilmente reemplazables.

Entre este último diseño, el más extendido con diferencia, perviven los letreros del pasado. En ocasiones, hasta coinciden varios tipos y épocas en una misma plaza. Bangueses, experta en la materia, señala que se debe “conservar su valor histórico”, aunque la ciudad no esté “armonizada”.

Además, reflexiona que “es lógico” que las placas actuales sean “feas”, dado que “con el Google Maps cuesta encontrar a alguien que levante la vista y lea los letreros. Sorprende lo poco que se fijan los propios viandantes”, asegura. Es decir, indica que la tendencia será a que haya cada vez menos presencia.

Por su parte, la urbanista Amada Traba apunta que conservar es necesario siempre y cuando se lleve a cabo una revisión: “Algunhas inscripcións deberían retirarse, como a que esta adicada a certo personaxe da Reconquista que asasinou a miles de persoas”, opina.

Imagen destacada
AMADA TRABA, urbanista

“Cómpre revisar as inscripcións, algunhas deberían retirarse”

Desde su punto de vista, para intercambiar, restaurar, modernizar o reemplazar elementos en una ciudad, hay que ir más allá de la Historia. Es necesario estudiar la identidad que representó ese lugar para aquellos que lo habitaron: “Podemos estar ante unha praza na que hay un recordo común. Habería que facer estudos sobre a arqueoloxía humanizada dun lugar. Non só de cómo eran as cousas, senón tamén da pegada deixou na xente que está viva”, dice la urbanista. Recuerda la iglesia de Santa María das Areas de Fisterra. Hace años pintaron unas bóvedas interiores al estilo románico. “Os veciños considerárono un roubo ao seu propio pasado, non sabían que no Románico se pintaba e atoparon unha igrexa descoñecida”, recoge.

Bajo su punto de vista, la variedad de placas también forma parte de la identidad y refleja el paso del tiempo. “É un símbolo identitario que cómpre resgardar”, apunta. “Cando humanizamos un barrio temos que ter en conta os diferentes periodos e métodos de construcción e ver sen compensa ou non unificar a estética”, explica. Afirma que es fundamental evitar las reconstrucciones kitsch.

Traba concuerda con Bangueses y asegura que con las nuevas tecnologías cada vez se miran menos las inscripciones que señalan las calles. “Por coñocemento da cidade, os que vivimos aquí camiñamos moitas veces sen saber por onde estamos atravesando”, anota. Además, señala que asiduamente se mencionan nombres de vías dedicadas a personalidades locales, de las que no nos paramos a conocer la historia. 

¿Esculturas o rótulos? Las calles con sello de artista en sus muros

Aunque las placas pasan cada vez más desapercibidas entre los viandantes, hay unas cuantas que son difíciles de ignorar. Se trata de aquellas que, más allá de indicar una dirección, presumen de haber sido talladas por la mano de un artista.

Una de las más antiguas de la historia de Vigo y que todavía continúa expuesta, es la de la calle Taboada Leal (que lleva el nombre de un importante facultativo de la época por su tratamiento del cólera). Fecha de 1910 y es una creación de Juan Baliño Rivas. Antes de este letrero, la calle se llamaba “Areosa”. Mercedes Bangueses, en su catálogo de Placas de Vigo, recoge que su inauguración fue un tanto polémica. Un conflicto entre concejales provocó que la presentación del letrero fuese “deslucida” y poco frecuentada. Con todo, presume de una talla en dos variedades de mármol y es una de las pocas centenarias que continúan dando servicio.

Otra de las piezas destacadas de la ciudad es la que se encuentra al inicio de la calle López Mora (dedicada a Álvaro López Mora), en el cruce con Pi y Margall. No se sostiene sobre ningún muro sino que aguanta en su propio mástil. Además, su potente colorismo, sus numerosos detalles en el relieve complican no girar la cabeza y pararse a mirar.

1Obra de Mariano Benlliure para Álvaro López Mora

1Obra de Mariano Benlliure para Álvaro López Mora. / Faro

Se trata de una obra de Mariano Benlliure, famoso escultor valenciano considerado uno de los padres del realismo decimonónico. Era extremadamente prolífico y hay obras suyas por todo el país. En Vigo dejó la placa de López Mora, hecha en esmalte sobre plomo y estaño. En la parte superior se puede contemplar el escudo de la ciudad, en los laterales ramas de carballo y en el centro, una imagen que refleja el trabajo agrícola. Según Bangueses, “simboliza la esperanza que justifica el trabajo, la confianza en el futuro”. Además, la autora recoge que “era una temática muy frecuente en la pintura de finales del siglo XIX, cuando los artistas mantenían el dilema de seguir la tradición y colaborar en la mejora de Galicia a través del arte o renovar buscando nuevos lenguajes de vanguardia”.

El doctor Cesáreo Corbal es el protagonista de otro de los carteles ilustres de la ciudad olívica, ubicado en la calle que lleva su nombre. Ejerció en Vigo y abrió una consulta en el Banco de Vigo. Fundó el Sanatorio Santa Cristina de Lavadores, que por aquel entonces era un concello independiente de Vigo. El escultor Francisco Asorey se encargó de forjar la pieza y se inauguró en 1926. Fue un evento multitudinario. Esta placa, de mármol y bronce, está considerada uno de los bienes culturales de la ciudad de Vigo.

Letrero de la Avenida del Doctor Corbal, de 1926

Letrero de la Avenida del Doctor Corbal, de 1926. / R.G.

No todos los rótulos son centenarios, los hay relativamente recientes. En diciembre de 2014 se inauguró un letrero para indicar la ubicación de la plaza de la Industria Conserveira. Está ubicado en la avenida de Beiramar con la calle Coruña, en la rotonda. Según señala la secretaria de Estudos Vigueses, con la colocación de esta pieza la Autoridad Portuaria quiso homenajear al sector naval y a la industria conservera. “Esta solución pone de manifiesto la importancia de localizar los monumentos conmemorativos en espacios que los integren y que se establezca una relación armónica entre ambos”, indica Bangueses.

Placa dedicada a Olimpia Valencia.jpg

Placa dedicada a Olimpia Valencia. / E.V.

Desde héroes de la Reconquista a la única mujer con placa

Las placas conmemorativas son letreros atemporales, recordatorios de un personaje ilustre, un acontecimiento histórico o un indicativo del lugar de nacimiento de su protagonista. Para muestra, la esculpida por Alejandro Curty Pena en 1909, dedicada, como reza su leyenda, “a la memoria de los héroes que en 28 de marzo de 1809 reconquistaron esta plaza del poder de Napoleón Bonaparte”. Se colocó en la calle Victoria número 1, junto a Porta da Gamboa, y todavía permanece a la vista de vecinos y visitantes.

Otra pieza destacada es la dedicada a la primera médica de Galicia, Olimpia Valencia. Es la única placa conmemorativa de la ciudad que se realizó a una mujer (y no hace mucho tiempo). Olimpia Valencia fue la pionera de la Ginecología en la comunidad y una ferviente galeguista. Su placa, colocada en 2003, se ubica en el número 11 de Príncipe, donde la facultativa tuvo su consulta.

La lista de personajes homenajeados en la ciudad olívica es larga y variada. Torrente Ballester, Chano Piñeiro, Otero Pedrayo, Álvaro Cunqueiro, Camilo José Cela o Xoán Piñeiro son nombres localizables a unos metros del suelo.

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