Una mirada al Vigo romano “bajo nuestros pies”

La antigua salina de Rosalía de Castro, foco de atracción turística en la ciudad

Turistas disfrutando de su visita a la salina romana.   | ALBA VILLAR

Turistas disfrutando de su visita a la salina romana. | ALBA VILLAR / Mario Costas

Mario Costas

A siete metros bajo tierra se esconde uno de los mayores vestigios romanos de la ciudad de Vigo. La salina de la calle Rosalía de Castro es cuando menos singular, y es que se trata de la única romana de evaporación solar que fue conservada y convertida en museo. Esta “fábrica” de sal comenzó su funcionamiento en el siglo I después de Cristo y estuvo operativa hasta el siglo IV, cuando se abandonó, siendo este el principal factor para su buena conservación a lo largo del tiempo.

Una mirada al Vigo romano “bajo nuestros pies”

Una mirada al Vigo romano “bajo nuestros pies” / Mario Costas

La salina, que antaño se ubicaba a orillas del mar en la conocida playa del Arenal, se descubrió a finales de los 90, cuando comenzaron las excavaciones para construir el centro de salud que se encuentra encima. Durante estas primeras excavaciones se hallaron también varios objetos romanos como las suelas de unos Calcei, los zapatos usados por la nobleza romana, así como una lucerna de arcilla y un colgar de ámbar, entre otros. Por su entrada, en la actualidad simula una parte más del centro de salud y quizás por ello pasa desapercibida para los vigueses, pero la realidad es que se ha transformado en un foco de atracción turística.

Marta Corral, una de las trabajadoras del Centro Arqueológico de Salinae, comenta que es una pena que un lugar con tanto valor histórico como este no tenga tanta publicidad como otros museos de Vigo. “Los grandes problemas son, por un lado, los horarios, y por otro, cómo está por fuera, ya que parece la entrada de un parking más que un museo”, indica. Gracias a su labor se pueden conocer hoy las particularidades de este enclave único, como por ejemplo, que el agua era transportada cubo a cubo entre las piscinas, a diferencia de otras salinas de la época que sí disponían de canalizaciones; que la salina viguesa solo funcionaba los meses de verano o que la sal extraída era fundamental para los romanos, ya que la usaban para curtir las pieles, macerar y conservar alimentos, era empleada como condimento e incluso como forma de pago, lo que dio lugar a la palabra salario.

Juan Barroso, un turista francés, se sorprendió por la presencia de una salina en el centro de la ciudad y decidió visitarla junto a su familia. “Lo que más nos ha gustado ha sido conocer cómo se hacía la sal. No teníamos ni idea de que hubiera una salina así en Vigo. Lo encontramos gracias a Facebook”, comentaba. Visitándola también se encontraban esta semana Óscar Gutiérrez y su mujer, Cindy Álvarez, dos turistas madrileños que aprovecharon su estancia en Galicia para conocer este tesoro de la ciudad olívica. “Nos encantan todos los temas históricos, estábamos pasando unos días en Ourense y hemos decidido venir a Vigo para visitar la salina”, contaba la pareja.

Junto a la villa romana de Toralla, la fábrica de salazón de Marqués de Valladares y varias necrópolis, esta salina, que puede visitarse de martes a viernes de 10.00 a 14 horas, y sábados y domingos de 11.00 a 14. horas, convierte a Vigo en una de las ciudades gallegas con mayor herencia romana.