“Estamos desesperados”

Vecinos de Teis reclaman la ejecución de una sentencia de 2018 que ponga fin a los problemas de humedad por el edificio contiguo

Están “desesperados” por las humedades de su edificio en Sanjurjo Badía. Hasta le han puesto nombre al musgo que se está formando: Albertito. “Solo le falta ponerse a andar”, bromean. Soportan como pueden esta situación, pero les queda muy poca paciencia a estos vecinos del barrio de Teis: son más de una quincena de afectados. Denuncian que la culpa la tienen las obras de reforma de un inmueble colindante, ejecutadas, según destacan, por el exalcalde de Melón Alberto Pardellas, que se presenta a las próximas elecciones de mayo en este ayuntamiento ourensano de la comarca de O Ribeiro. Defienden que tienen una sentencia a su favor de 2018 que insta al exregidor a actuar. “Reventó los revestimientos, hizo una obra chapucera e ilegal, tuvo a los obreros durmiendo en la obra, ha amenazado y acosado a los vecinos mediante cartas intimidatorias y no terminó los trabajos”, lamentan.

Los vecinos ponen el grito en el cielo días después de conocerse que Pardellas optará a recuperar el mando del Concello de Melón. “Fue condenado a ocho años y medio de inhabilitación por prevaricación en la construcción de un polideportivo anexo al monasterio cisterciense de Santa María, catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). Nos sorprendió muchísimo que, después de todo esto, se vaya a presentar a unas elecciones para volver a ser alcalde. En todos estos años, no ha mostrado intención de cumplir la sentencia para poner fin a las humedades que estamos sufriendo desde hace seis años. Compró el edificio de al lado e hizo una reforma chapucera. Se ríe de la justicia”, exponen.

Inicio del conflicto

Los vecinos indican que el conflicto con Pardellas comenzó a raíz de una petición por parte de los primeros al segundo para montar un andamio, necesario para ejecutar unos trabajos de rehabilitación “obligados por el Concello y urgentes” en el exterior del edificio. “Nos pidió 18.000 euros por el permiso. Obviamente, le dijimos que no. Intentamos hablar con él, pero no quería, solo buscaba el dinero. Apareció, curiosamente, cuando empezamos la obra. Tuvimos que contratar trabajos verticales. También creemos que le fastidió no poder construir un edificio en el terreno de al lado porque nosotros contamos con servidumbre de vistas y amenazamos con ir a la justicia si no la respetaba. Ha intentado hostigarnos de mil maneras, con cartas en Navidad, burofaxes torticeros y manipuladores y llamadas de teléfono desde números ocultos”, indican.

Un informe encargado por la comunidad de vecinos destaca que, en el edificio de la finca colindante, se realizaron actuaciones “no amparadas por licencia y consideradas con mala práctica en construcción que afectan directamente no solo a esa propiedad, sino también a la propiedad colindante”. La sentencia de 2018 dicta que la obra se realice sin dilación y que el acceso y salida de personal y materiales se producirá exclusivamente por la propiedad del demandante –Pardellas–, sin perjuicio de la ocupación necesaria para la instalación del andamio y el trabajo en sí. También apunta que, desde el día de inicio de la servidumbre y hasta el completo fin de la ocupación, se generará en favor de la parte demandada –los vecinos– una indemnización diaria de 35 euros. “Un domingo, apareció en nuestro edificio con unos obreros sin tener permiso. Decía que quería arreglar los problemas de humedades”, lamentan desde la comunidad vecinal.

Alberto Pardellas asegura que, recientemente, ya se ha puesto en contacto con el juzgado para que dicte una orden que le permita acceder al patio de luces de estos vecinos y, así, poder dar cumplimiento a la sentencia. También le requiere que les ordene retirar el revestimiento que ocupa su propiedad, así como los tubos de gases y las ventanas que dan hacia el patio de su edificio. “Fui yo quien los llevó a la justicia porque me pedían 200 euros al día por colocar los andamios en su propiedad”, apostilla.

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