El acelerón imparable de las ciberestafas

A un ritmo de 300 denuncias al mes en Vigo, cargos fraudulentos en tarjetas y suplantaciones de bancos ya están a la orden del día | Muchos datos personales acaban en el mercado negro

Ricardo Silva (sentado)  y José Torres en las instalaciones del grupo EDITE de la Guardia Civil de Pontevedra. |   // R. VÁZQUEZ

Ricardo Silva (sentado) y José Torres en las instalaciones del grupo EDITE de la Guardia Civil de Pontevedra. | // R. VÁZQUEZ / m.fontán

Marta Fontán

Marta Fontán

El fenómeno es imparable. Las ciberestafas llevan años al alza, pero los últimos balances de criminalidad en Vigo y en el resto de la provincia de Pontevedra evidencian que ese acelerón parece lejos de detenerse. En mayo solo en la ciudad olívica se presentaron más de 300 denuncias. En el resto de la provincia hubo varios centenares más. Y junto a los clásicos fraudes surgen nuevas modalidades de timos que impiden bajar la guardia. “Lo nuestro es como una carrera continua”, describe Ricardo Silva Loureiro, uno de los componentes del grupo EDITE (Equipo de Investigación Tecnológica) de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra. Cada vez hay más gente conectada a internet, el comercio online vivió un impulso definitivo en la época del confinamiento del coronavirus, surgen nuevas aplicaciones y métodos de pago vinculados a la red..., así que estas y otras “tesituras”, avisa este agente, son aprovechadas por los ciberdelincuentes. Toda precaución es poca para no acabar engrosando las estadísticas de afectados y, lo que es peor, con un agujero en la cuenta bancaria.

“Sí, el fenómeno se ha disparado”, asiente Ricardo Silva cuando se le pregunta por el escenario actual. Dejando a un lado estafas más elaboradas que en más de una ocasión han puesto en jaque a grandes compañías, a través de internet y de los servicios de mensajería pululan un sinfín de timos dirigidos a particulares y pymes. Basados en lo que se denomina “ingeniería social” y con el uso del “engatusamiento” para “llevar a engaño” a las potenciales víctimas, muchas veces los delincuentes consiguen su objetivo. “Muchas de las estafas ni siquiera son demasiadas elaboradas; van a bulto, como esos SMS o correos electrónicos muchas veces de burda elaboración en los que suplantan a una entidad bancaria: si de mil que envían pican cinco, pues ya han conseguido su objetivo”, explica este guardia civil especializado en delincuencia tecnológica.

Información confidencial

La estafa más extendida, que está a la orden del día, es sin duda la de los cargos no autorizados en tarjetas de crédito. Los delincuentes obtienen esta información tan confidencial a través de ataques de malware, fugas de información de bases de datos o incluso en el mercado negro que también inunda en internet. Porque los ciberestafadores también comercializan entre ellos con datos bancarios o de otro tipo de las víctimas: contraseñas, claves, números de teléfono... “Generalmente lo hacen en la Deep Web, en foros muy restringidos”, explican en la Guardia Civil sobre esta delictiva práctica a la que acuden estas bandas.

Un nuevo timo que pone el foco en el WhatsApp Business

Además de los particulares, las empresas también están en el foco de estos timadores. El grupo EDITE de la Guardia Civil de Pontevedra ya ha tenido varios casos de estafas de una nueva modalidad de fraude que se cuela en el WhatsApp Business. Tras “tomar el control” del chat en el que una empresa tiene agregadas a más sociedades y autónomos con los que mantiene relación comercial, y haciéndose pasar por dicha firma, suelen enviar mensajes masivos en los que piden por ejemplo el adelanto de pago de una factura. Un dinero que, si se envía, acaba en manos de estos ciberdelincuentes.

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Además de los particulares, las empresas también están en el foco de estos timadores. El grupo EDITE de la Guardia Civil de Pontevedra ya ha tenido varios casos de estafas de una nueva modalidad de fraude que se cuela en el WhatsApp Business. Tras “tomar el control” del chat en el que una empresa tiene agregadas a más sociedades y autónomos con los que mantiene relación comercial, y haciéndose pasar por dicha firma, suelen enviar mensajes masivos en los que piden por ejemplo el adelanto de pago de una factura. Un dinero que, si se envía, acaba en manos de estos ciberdelincuentes.

Otras estafas que están en auge en la actualidad son las relativas a las criptomonedas –donde la singularidad es que los timos suelen ser bastante graves con cuantías que llegan, como ocurrió en casos investigados en la provincia, hasta los 200.000 euros–, el denominado fraude del servicio técnico en el que los autores suplantan a grandes compañías como Microsoft o Apple o el del Bizum inverso. En este último el vendedor es engañado y, en vez de recibir el dinero por el artículo o artículos que tiene ofertados en el comercio online, acaba engañado y enviando él el dinero que debería haber recibido por dicha transacción.

Estas investigaciones no son nada fáciles. “Cuando alguien atraca un banco lo puedes ubicar geográficamente; un delito por internet se puede cometer desde la otra punta del mundo”, resume Silva sobre uno de los escollos –y hay muchos más– de estas complejas pesquisas.

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