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Vigo y su área necesitan 6.000 camareros y cocineros

La patronal advierte de una “incertidumbre” agravada por la reforma laboral

Un camarero atiende en una terraza de Vigo MARTA G. BREA

En torno a 6.000 personas. Es la cifra de profesionales –ya sean camareros o cocineros– que precisa el sector de la hostelería para cubrir la demanda que se espera este verano tanto en Vigo como en el resto de municipios del área en un periodo que, previsiblemente, no estará marcado por el COVID-19 con tanto impacto como los anteriores. Aporta esta estimación la Federación Provincial de Hostelería (Feprohos), que advierte de la necesidad de estos perfiles no solo para la temporada estival, sino también para otros momentos en los que se espera la llegada de turistas a la ciudad y el entorno: la Reconquista y la Semana Santa.

“Volveremos a tener muchísimas dificultades para encontrar trabajadores. Ocurrirá lo mismo que el año pasado”, lamentan desde la entidad presidida por César Sánchez-Ballesteros. Desde la patronal, destacan que es probable que el escenario se repita con pelos y señales. “La mayor parte de la gente que estaba dispuesta a empezar a trabajar en el gremio no tenía formación ni experiencia. Su entrada alivió la situación en algunos casos. En su mayoría, fueron personas jóvenes que necesitaban trabajar y, ante las escasas oportunidades en otros sectores, optaron por reinventarse”, destacan antes de indicar que la carencia de profesionales genera un panorama “complicado para todos: clientes, propietarios y personal”. “El verano pasado, la gente se quejó por la falta de atención en algunos negocios hosteleros”, apostillan.

Avanzan que, desde mediados del mes de marzo, el gremio ya empezará a toparse con muchos problemas para cubrir las ofertas de trabajo. “La gente todavía no ha finalizado sus formaciones. Además, este año, la Xunta no nos concedió el programa integrado de empleo, que sí tuvimos el anterior, un contratiempo que empeora la situación, ya que se traduce en unas 100 personas, de las cuales una parte importante podría empezar a trabajar al acabar; eso lo notaremos”, argumentan.

Sánchez-Ballesteros muestra su estado de preocupación ante una situación de “incertidumbre” derivada de las dificultades de encontrar profesionales para responder de la mejor forma a la demanda, escenario que adopta un tono más negro, según expone, tras la aprobación de la nueva normativa laboral, que “penaliza la formalización de contratos de un día”, necesarios, por ejemplo, para atender en ceremonias como bodas, bautizos o comuniones.

Reconoce que la mayoría de los negocios contratan a trabajadores por unos meses, los de verano, lo que hace que las ofertas en el sector “no sean tan atractivas”, aunque deja claro que es “empleo temporal, pero no precario”. “Es evidente que hay de todo y debemos luchar contra la precariedad; hay ejemplos de ello en todos los sectores. Nos perjudican los que no cumplen las normativas, eso genera desigualdad con los que sí cumplen, es una trifulca histórica”, indica. También cita la competencia de otros gremios con necesidad de personal, como el del transporte.

La postura de los sindicatos

La responsable de Emprego de CCOO en Galicia, Maica Bouza, destaca dos factores para justificar la dificultad que experimenta la hostelería para encontrar personal. Señala que, al ser el gremio “que estuvo más afectado por la pandemia, sometido a cierres y limitaciones de aforos, por lo tanto, ajustes de personal” durante tanto tiempo, sus trabajadores “se buscaron la vida” en otras ramas. Un segundo motivo: “No es un sector con las condiciones más favorables; se hacen muchas horas y los salarios son bastante reducidos”.

El secretario comarcal de la CIG de Vigo, Alberto Gonçalves, pone el foco en las condiciones “esclavistas” que ofrecen establecimientos del sector, “no todos”. “En Vigo y área, hay casi 28.000 personas en desempleo, de las cuales más de 20.000 son del sector servicios, sobre todo, de la hostelería. Con estos datos, es difícil que no aparezca gente, pero, por desgracia, es un gremio enormemente precarizado: nunca se cumplen los horarios, se hacen contratos de dos, cuatro o seis horas y, finalmente, se acaban trabajando 12, no se pagan las horas extra, la conciliación de la vida familiar y laboral es prácticamente imposible...”, anota antes de apuntar que, si los empresarios “cumplen como deben, no tendrán ningún problema en encontrar a 6.000 personas y muchas más”. “La gente sí quiere trabajar, lo que no quiere es que la esclavicen”, finaliza.

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