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Gran Vigo

El pulso herido de la ciudad

El reloj del Santa Irene y Gerardo Alonso no podrán, por segunda vez en este milenio, dar las tradicionales Campanadas de la ciudad por la pandemia

El relojero Gerardo Alonso enel Santa Irene. Pablo Hernández

Si Robin Williams y el cine tenían en el grito de ‘Jumanji’ la palabra mágica para cerrar los episodios trágicos, Vigo aún aguarda para la reparación de uno de sus símbolos para dejar atrás el día de la marmota pandémico.

Esta Nochevieja será la segunda en la que Gerardo Alonso no comprobará el mecanismo que ha marcado las doce campanadas de los vigueses durante el nuevo milenio. Hace 27 años afrontó la rehabilitación del reloj que corona el IES Santa Irene y desde 1999, la puesta a punto de la fiesta de fin de año organizada en As Travesas cada día 31 de diciembre... hasta que llegó la pandemia.

Fin de Año en Vigo |  Gerardo Alonso, el relojero de las campanadas

Fin de Año en Vigo | Gerardo Alonso, el relojero de las campanadas MARTA CLAVERO

Gerardo cumple ya dos años sin poder subir a su pequeña azotea de 25 metros desde la que contemplaba toda la ciudad e incluso Moaña y Cangas. Allí, hasta 2014, tomaba las uvas con champán cada Nochevieja para comprobar in situ que todo iba según lo previsto. Los 125 escalones que separan el jardín del Instituto del privilegiado mirador se han convertido en un escollo importante dada su edad, impidiéndole subir todo lo que le gustaría.

Incluso cuando dejó de cobrar la simbólica cifra otorgada por el mantenimiento –tarea que asumirá próximamente una empresa lucense– él siguió acudiendo a la cita que le ocupaba una mañana por pasión.

Inauguración de la restauración del reloj y placa en recuerdo a su creador JESUS DE ARCOS

Las manillas permanecen detenidas en las seis en punto de la tarde desde el comienzo de la pandemia por materia de seguridad. La falta de mantenimiento podría provocar que las enormes pesas que conforman el sistema se desprendieran y cayeran atravesando los cinco pisos del edificio.

Para este relojero de tercera generación, la pieza ubicada a 300 metros de su comercio familiar de la calle Álvaro Cunqueiro –que este año alcanzó el centenario de vida– continuó acudiendo a su cita de finales de diciembre. Porque para el, aún siendo “de la misma quinta”, es como si fuera su hijo.

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Navidad 2017 en Vigo | Gerardo Alonso, el artesano de las campanadas Faro de Vigo

Su relación con esta joya va más allá del plano profesional. Elaborada por Evangelino Taboada en 1946. Un lalinense y militante comunista capaz de construir tres relojes en madera durante su estancia en prisión gracias a una navaja. Tanto su hermano y socio Cándido como él entablarían una gran relación con la abuela de Gerardo antes de fallecer trágicamente en un sidecar en 1954, por lo que su vida y obra siempre han estado muy presentes en su familia.

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El guardián de las doce campanadas en Vigo Faro de Vigo

Su 75º aniversario acaba de esta forma de la misma forma que empezó: con nostalgia y cierta pesadumbre. Las bodas de diamante de la esfera que corona el edificio de Cominges no han suscitado interés y no ha visto cumplido ni siquiera su objetivo primordial: dar la hora.

Gerardo cumple ya dos años sin poder subir a su pequeña azotea de 25 metros desde la que contemplaba toda la ciudad, Moaña y Cangas. Allí, hasta 2014, tomaba las uvas con champán cada Nochevieja para comprobar in situ que todo iba según lo previsto; aunque nunca falló.

La del 31 de diciembre era su gran noche. El ruido del tráfico y los pisos cercanos hacían que fuera el único momento en el que el mecanismo podía desplegar todo su potencial. “Es un edificio con carisma y antigüedad”, apunta, mientras recuerda su enorme parecido con la Casa de Correos de la televisiva y madrileña Puerta del Sol.

¿Y empezar el 2023?

Pese a todo, Alonso es optimista por naturaleza y confía en que en 2022 se puedan retomar los festejos. Sería además la primera ocasión en la que Plaza América lo haría con su renovado espacio central, con la que “podría estar preciosa “si volvieran los 5.000 u 8.000 personas que la abarrotaban en sus últimas ediciones.

“Veías muchos inmigrantes, familias, trabajadores. Era una fiesta para gente que a lo mejor no se lo podía permitir” dice, recordando el paso de las orquestas de mayor renombre de Galicia por el escenario.

Y aunque hoy en día los teléfonos móviles o las pulseras inteligentes hayan restado importancia al uso de los relojes, estos siguen siendo los protagonistas en el cambio de año al ser “un momento de reflexión muy intenso”. Él mismo asegura que, en caso de que lo requirieran, él mismo subiría del tirón a repararlo: “sería aún más joven al hacerlo” reconoce sonriendo.

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