La globalización es un hecho, en todos los sentidos. Podemos comunicarnos al instante con personas que están al otro lado del globo y conocer culturas (por lo menos, a través de sus productos típicos) sin gastar un euro en aviones. El afán por viajar y por empaparse de tradiciones extranjeras está a la orden del día, pero también lo está la migración, abandonar el país de origen en busca de oportunidades mejores o, simplemente, por cumplir el sueño de vivir en otro lugar.
Este es el caso de Alina Dumitru, rumana que llegó a Vigo hace ya quince años, formando parte de los 928 ciudadanos rumanos que ya viven en la ciudad. Ella se mudó tras visitar a una amiga suya que vivía aquí, y cuando llegó a la ciudad se puso enseguida a trabajar. Estuvo varios años en un restaurante que, por desgracia (o por suerte) cerró. Fue entonces cuando decidió abrir su tienda de productos rumanos, Transilvania, aprovisionando a compatriotas y vigueses. “Me gusta mucho esto, especialmente Vigo y la gente, que siempre fue muy abierta conmigo”, cuenta.
“Cuando llegué vi que no teníamos iglesias ortodoxas (los rumanos lo somos) ni había casi nada de nuestra cultura. Por eso abrí mi tienda, y los pedidos de otros amigos míos se multiplicaron”
Dumitru vende todo tipo de productos de alimentación, así como bebidas e ingredientes para hacer recetas dulces en casa. “Vendemos muchísimo una harina de maíz que se llama malai y también embutidos ahumados de todas las clases”. La palinka, bebida típica en Rumanía, también se puede encontrar en su tienda de la calle Pizarro. “Esto funcionó desde el principio, y gracias a mi marido pudo salir adelante”, reconoce, emocionada, la emprendedora.
Desde Senegal para trabajar
Mamadou Khalifa llegó a España como inmigrante, y lo hizo para “trabajar en lo que fuera, lo necesitaba”. Con el paso de los años (ya lleva once aquí) pudo abandonar la venta ambulante y compró la que es ahora su tienda: África Boutique Tida, en Sanjurjo Badía.
"Llevo trabajando aquí seis años ya, y funciona muy bien, estoy muy contento porque gracias a esto puedo ser autónomo”
Khalifa vende productos de todo tipo en su tienda, no solo comida. “Se pueden encontrar extensiones de pelo, artículos para el cuidado estético y también cosas de deporte. Un poco de todo”. Pero es que además no solamente ofrece cosas típicas africanas, sino también de países americanos, sobre todo de Brasil y México.
Tacos y muchos jalapeños
Eso es lo que puede usted encontrar en La Malinche, junto a bebidas inconfundibles del país del tequila y enchiladas muy (muy) picantes. Tras sus fogones está Bárbara Alvarado, una mexicana que llegó a España hace muchos años y decidió abrir, junto a su marido David, un restaurante de la comida de su tierra. “Abrimos este local en noviembre de 2020, casi en plena pandemia”, explica David. “Yo soy de Madrid y antes vivíamos allí y teníamos este local, pero decidimos trasladarnos el pasado 26 de octubre”.
Solo en la provincia de Pontevedra hay 353 mexicanos empadronados, pero la migración de países latinos no deja de crecer, sobre todo de países como Venezuela, Colombia y Brasil. Por ello, la cantidad de personas que quieren recordar la gastronomía de su país es enorme, pero los vigueses se están dejando conquistar por estos manjares. “Hay de todo. En verano vinieron muchos ingleses y portugueses, no vienen solo compatriotas. La gente cada vez conoce más nuestra comida y quiere probarla”, desvela David. “Y no solo jóvenes en grupo, sino muchos mayores”.
Este es el caso de Alina Dumitru, rumana que llegó a Vigo hace ya quince años, formando parte de los 928 ciudadanos rumanos que ya viven en la ciudad. Ella se mudó tras visitar a una amiga suya que vivía aquí, y cuando llegó a la ciudad se puso enseguida a trabajar. Estuvo varios años en un restaurante que, por desgracia (o por suerte) cerró. Fue entonces cuando decidió abrir su tienda de productos rumanos, Transilvania, aprovisionando a compatriotas y vigueses. “Me gusta mucho esto, especialmente Vigo y la gente, que siempre fue muy abierta conmigo”, cuenta. “Cuando llegué vi que no teníamos iglesias ortodoxas (los rumanos lo somos) ni había casi nada de nuestra cultura. Por eso abrí mi tienda, y los pedidos de otros amigos míos se multiplicaron”.
Dumitru vende todo tipo de productos de alimentación, así como bebidas e ingredientes para hacer recetas dulces en casa. “Vendemos muchísimo una harina de maíz que se llama malai y también embutidos ahumados de todas las clases”. La palinka, bebida típica en Rumanía, también se puede encontrar en su tienda de la calle Pizarro. “Esto funcionó desde el principio, y gracias a mi marido pudo salir adelante”, reconoce, emocionada, la emprendedora.