Pensamos mi afortunada esposa y yo que debíamos hacer un poco de penitencia por los muchos gozos del azar o de Dios recibidos y, en plena ola de calor, decidimos visitar una antesala del infierno. Así que nos fuimos a pasar el puente a Madrid y, oye, es llevadero el calor infernal, siempre que te alojes para atenuarlo en un hotel como el Vinci de la Gran Vía, que tiene una admirable rehabilitación y un hall que te acoge con unas vitrinas repletas de las mejores marcas mundiales de ginebra. Tras un día en que se frustró una visita al Prado por la mañana, comimos en la terraza del Doña Luz, séptima planta desde la que divisas Sol y lo que fue Dirección General de Seguridad y, tras un breve descanso sestero en el hotel, nos reímos mucho por la tarde en el teatro Muñoz Seca con “En ocasiones veo a Humberto”, una alegre comedieta de verano con Álvaro Carrero, Virginia Muñoz, Mara Guil y Marcelo Casas. Grandes.
De terraza en terraza
Nos recogió para cenar Marian González, que trabaja en las más altas instancias de la Justicia española y llegó bella, alegre y floreada para compensar tanta sobriedad laboral. Un cóctel al lado, en el Chicote, y cenamos en otra terraza, la del Jardín de Diana, en plena décima planta del hotel Hiatt, con un escenario único para contemplar la energía del centro de la ciudad, y un mirador privilegiado. No sé lo de las damas pero buenísima la costilla de vaca vieja a la brasa con patata ratte, cebollitas e hinojo que me tomé yo, enseñoreada con un blanco Terras Gaudas que pedí en honor de monseñor Fonseca Moretón, y que rematé con un roncito cocteleado. Al día siguiente, tras mucho deambular por el Madrid más castizo, comida con Fermín Castilla y su dueña Patricia en el restaurante más antiguo del mundo, ahí junto al Arco de Cuchilleros, en la misma mesa en que Hemingway arregló con lechón asado y tres botellas de vino de la casa: el Botín. Yo, un pollo en pepitoria, tras unos callos a la madrileña y unas croquetas de jamón como entrante común. ¿Vino? No. Sangría
Una agenda infestada
Vuelvo a Vigo con mi agenda repleta de citas. Comida con Jorge Tocino Maquieira, que vino de su isla a pasar unos días; cita con Ángel Cerviño y Víctor González, antiguos factotums creativos de Galicia Moda; con Jacobo Álvarez, mi dentista, que me va a desfacer un entuerto; con Carlos López, mandamás de Confecciones Infantiles Foque, a quien quiero hablarle de un futuro libro sobre Historia de la Moda Gallega. Y más si puedo.