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Mira Vigo

En la cresta de la ola

Fernando Franco

En la cresta de la ola Fernando Franco

Aquí está este Spiderman surfero que sorprendimos el domingo en la playa de Patos, mejor dicho en la playa de Abra, la parte más cercana a Monteferro donde los más atrevidos cabalgan sobre las rocas. La foto está hecha enfrente del restaurante Praia de D’Abra, que regenta Suso Penedo, en el que los surfistas reponen fuerzas con una gran variedad de las empanadillas que dan fama al local, a la vez que confraternizan con los viejos marineros de la zona que les informan mil veces mejor de las olas, vientos y mareas que las webs especializadas en el tema. La foto es de mi colega Luis Piñero, que conoce la zona casi desde que nació.

Alina, la de Transilvania

A mi amigo Xurxo Rodríguez le gusta a veces recorrer Vigo como un flaneur, y me viene a la mente el poeta Carlos Oroza al decirlo. Quiero decir, y así lo entiende el diccionario, vagar por las calles, callejear sin rumbo, sin objetivo, abierto a todas las vicisitudes y las impresiones que le salen al paso. Xurxo tiene su blog (distopias18.blogspot.com) que últimamente andaba silente pero ha renacido y ayer me desveló en el mismo qué hay detrás de una tienda que a mí me había llamado la atención pero sin molestarme nunca en descubrir qué encerraba. Y es que, en uno de estos paseos por las calles que antes fueran más o menos el barrio de Casablanca, cercano a Couto Piñeiro y donde la calle Pizarro, Xurxo se topó con el letrero “Transilvania” y, estimulado por sus evocaciones literario-legendarias, se detuvo a curiosear. Pronto vio que es una tienda de productos gastronómicos rumanos. Allí conoció a Alina, que le contó sobre su llegada a Vigo y algunos trazos de su vida familiar anterior –una familia dispersa por el mundo, sobre todo Canadá–. Nos recuerda nuestro flaneur que el de los rumanos es uno de los colectivos más numerosos de los comunitarios europeos y en Vigo cuentan con la tienda de Alina como referencia. Y detrás de cada nombre siempre hay una historia que contar.

El Peitieros de Peligros

Pues mira que no tiene historia el bar Peitieros, en el número 1 de la calle Peligros. Decir tal nombre evoca al barrio viejo vigués y ahí, junto a la Rúa Alta está el Peitieiros, que tiene a los mandos de su cocina a Chela y es un bar nacionalpopular de siempre y precios populares, remozado hace unos años. El bar tiene al menos 54 años pero Chela lleva 34, lo heredó de su abuelo Xosé “O Roxo”, y tiene a un hombre de tanta confianza como su hijo para atender las mesas. Ahí tenéis platos de toda la vida (carne ó caldeiro, pulpo, cocidos, lentejas...) y una mezcla de clientes que va de mariñeiros a artistas y gentes que quieren comer de confianza y barato. Un espacio variopinto y con mucha historia.

Castelín y los 118 poemas

Mientras mi amigo y anterior responsable de FARO en Val Miñor, Vicente Montejano, anda preocupado por “el recrudecimiento del fascismo” como manifiesta en uno de sus últimos wasaps, mi otro amigo y artista Manuel Castelín dice en el suyo que, pase lo que pase, estar vivo es seguir creando con entusiasmo y, en su casa junto al Lagares camino de Samil acabó su último trabajo, nada menos que 118 imágenes para 118 sonetos de un gran poeta colombiano, Francisco Javier López Naranjo. Que se sepa.

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