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El Cine Fraga: 20 años con el corazón en pausa

Entrada principal del Fraga, en la céntrica calle Uruguay M.G. Brea

El edificio, que cerró sus puertas en 2001, sigue sin uso | Abanca, su propietario, aún le busca una “salida sostenible”

“La de ayer fue una noche para el recuerdo. Los asistentes no olvidarán que fueron los últimos que se sentaron en el mismo patio de butacas desde el que, hace años, se pudo disfrutar de estrenos como el de Lo que el viento se llevó. Probablemente, tampoco se borrará de su memoria una fecha, el 28 de junio de 2001, que ya forma parte de la historia reciente de Vigo”. Así finalizaba la crónica publicada en FARO DE VIGO del día en el que los proyectores de las tres salas del Cine Fraga se apagaron para siempre. Lara Croft: Tomb Raider (en la sala principal), Una noche con Sabrina Love (en la sala 2) y El regreso de la momia (en la 3) fueron los filmes que protagonizaron la despedida de un servicio esencial durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX. Casualidades de la vida, dos días más tarde, los vigueses sufrían por la televisión y en el estadio sevillano de La Cartuja la derrota del Celta en la final de la Copa del Rey. Está claro que no fue una buena semana para la ciudad.

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La brillante singladura del Fraga Hilda Gómez

Casi 20 años después, el histórico edificio situado en el cruce de las calles Colón y Uruguay, erguido en pleno centro de la urbe olívica, permanece cerrado, sin actividad y sin un futuro asegurado a corto plazo. El inmueble le pertenece a Abanca: su presidente, Juan Carlos Escotet, aseguró hace más de dos meses que, a pesar de que hay “conversaciones abiertas con las autoridades locales” para poner en marcha el corazón del Fraga, “2021 no va a ser un año para esto”. La idea principal era convertir el emblemático espacio, que empezó a funcionar en 1948, en un centro social y cultural. Para ello, en el mismo mes de la clausura, Caixa Galicia puso encima de la mesa casi 1.300 millones de pesetas –más de 7,5 millones de euros– para adquirírselo a la familia Fraga. Ahora, la entidad bancaria le busca una “salida sostenible”. El objetivo: que esta propiedad “no se convierta en una cuenta de resultados negativa”. “No cejaremos en el empeño”, destacó Escotet.

En la actualidad, el edificio, de unos 7.000 metros cuadrados, presume de estar reformado casi al completo en su interior. A mediados del año 2008, tras varios meses de retraso por el conflicto judicial con el dueño de la sala Nova Olimpia, que ocupaba una parte del inmueble, y por ajustes técnicos en el proyecto, que añadía usos, comenzaron las obras para crear un auditorio de más de 1.200 localidades, salas de formación, exposición y actos culturales, una gran biblioteca, una cafetería y un espacio de nuevas tecnologías, con una zona de conexión a internet sin cables de acceso público y puestos con ordenadores conectados a la red. Los trabajos frenaron en el verano de 2011: las diferencias presupuestarias entre Novacaixagalicia, propietaria del edificio y promotora de la reforma en aquel momento, y la empresa adjudicataria, Aldesa, precipitaron esta situación. En 2012, Abanca puso en venta el Fraga, sin éxito. Tiempo después, valoró instalar una escuela financiera, opción que fue rechazada por su elevado coste. También se descartó el plan de utilizarlo como auditorio.

El interior del inmueble está reformado casi al completo

Los grafitis pintarrajeados sobre las ventanas y parte de la fachada o un cartel de obra que saluda desde un gran ventanal conforman la carta de presentación de una construcción cuya piedra, a excepción de las firmas vandálicas, luce impecable y no da señales del letargo que sufre su interior. Su diseño, inspirado en el barroco compostelano, corrió a cargo del Luis Gutiérrez Soto, conocido por ser el arquitecto oficial del franquismo y el diseñador más afamado de salas de cine en España: entre sus trabajos, están el Barceló y el Callao, en la capital de España. “El Fraga tiene sus referencias en los mejores cines de Madrid. Venía gente de las parroquias y de todas las ciudades de Galicia para disfrutarlo. Ir el fin de semana al Fraga era un hito social: pusieran la película que pusieran, había que ir. No tenía competencia”, indica a FARO José Antonio Martín Curty, prestigioso arquitecto, miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses y autor del libro Cines de Vigo.

  • “La recuperación del edificio es una obligación ciudadana”

    José Antonio Martín Curty - Miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses

Curty cree que el Fraga debería renacer con el mismo espíritu que fue concebido: cultural. “Podría volver a funcionar para albergar proyecciones cinematográficas, un teatro, salas multiusos, zona para conciertos... La recuperación del Fraga es una obligación ciudadana. Por dentro, se lo cargaron: lo primero que hicieron en la reforma fue demoler el interior, que era lo mejor, con una decoración estratosférica. El edificio no ha tenido nada de suerte”, lamenta.

20 años después de su cierre, el Fraga espera una reapertura a la altura de su inauguración. Así iniciaba la crónica del 28 de marzo de 1948 el Decano: “Cuantas personas han visto ayer el atuendo interior del Teatro-Cine Fraga –el exterior era ya justificado motivo de admiración y orgullo para los vigueses–, han coincidido en una justa apreciación: “Es una obra que honra a Vigo”. Don Isaac [Fraga] puede estar satisfecho de dejar tras sí esta hermosa obra, cuya gloria a todos nos alcanza. Sin hipérbole, con la plena seguridad de que nadie podrá desmentirnos, afirmamos que Vigo posee el teatro más suntuoso y confortable de España”.

LA HISTORIA DEL FRAGA

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