Un total de 400 familias atendidas, 558 menores en intervención y 1.279 usuarios. Son las cifras que radiografían el 2020 del programa socioeducativo y de apoyo familiar del Concello, un servicio de prevención y apoyo personalizado que está dirigido a las familias –especialmente, a las que se encuentran en una situación de vulnerabilidad– y a toda la comunidad. Su propósito es claro: intentar garantizar un correcto cuidado y atención de los menores, “promoviendo que la familia desarrolle sus competencias y que se hagan conscientes de sus dificultades, respetando su capacidad de autodeterminación”.
Además de valorar situaciones sociofamiliares, la intervención del equipo se centra en casos donde la falta de habilidades parentales y los problemas de conducta de los menores prevalecen. “Hay muchos casos en los que algún factor de riesgo en la dinámica familiar –dificultades de integración, consumo de tóxicos, absentismo escolar, trastorno mental, falta de asunción de responsabilidades, violencia de género, conflictos entre los progenitores, necesidades básicas del menor no cubiertas, atención sanitaria inadecuada, etc.– hace necesaria nuestra intervención, minimizándolo para potenciar las capacidades de los padres en el cuidado y educación de sus hijos con la finalidad, en definitiva, de contribuir al bienestar familiar”, resumen desde la Concejalía de Política de Benestar.
“El Concello siempre apoyará a las familia que lo necesiten”, asegura Caballero
Según los datos aportados por la administración municipal, el programa se llevó a cabo a través de 4.338 intervenciones presenciales y 3.170 telemáticas –desde el 16 de marzo de 2020 al 19 de junio de 2020, por las circunstancias marcadas por la pandemia del COVID-19–. Las cifras avalan el éxito y necesidad de esta iniciativa, que cuenta con un presupuesto anual de más de 700.000 euros y seguirá creando camino en Vigo: el alcalde, Abel Caballero, avanza que el Concello olívico “siempre apoyará a las familias que lo necesiten”.
Para que el programa llegue a buen puerto, la entidad de Praza do Rei dispone de un equipo de trabajo multidisciplinar formado por 24 profesionales: 10 educadoras familiares, dos psicólogas, dos trabajadoras sociales, una mediadora intercultural, una auxiliar administrativa, una coordinadora, cinco educadores sociales –imparten los talleres de refuerzo educativo– y dos educadoras de rúa –recorren las calles para detectar y prevenir situaciones de riesgo en la población adolescente–. La sede del programa se sitúa en las instalaciones municipales ubicadas en el número 328 de la calle Ramón Nieto.
Los responsables de esta iniciativa aseguran que “no se puede hablar de una configuración familiar tipo”. “Los principales beneficiarios del programa son familias monoparentales mujer o nucleares con uno o dos hijos a cargo, con dificultades en el funcionamiento del sistema familiar y en la capacidad para llevar a cabo tareas organizativas, con problemas de conducta de los hijos e inestabilidad emocional”, señalan.
De todos modos, según concretan, “en muchos casos, se trata de familias con características multiproblemáticas, coexistiendo dificultades económicas, problemas de salud y falta de habilidades socioeducativas en el ejercicio del rol parental”. “No es infrecuente que estas cuestiones tengan un componente transgeneracional”, apostillan.
Talleres de refuerzo
En el marco de este programa municipal, para potenciar la integración y el rendimiento académico de los menores y favorecer la convivencia, el aprendizaje y otras maneras de relación social, se realizan durante todo el año talleres de refuerzo educativo, ocio y tiempo libre. Con la finalidad de facilitar la participación, estas actividades tienen lugar en cuatro sitios repartidos por toda la ciudad: en tres Centros Municipales de Servicios Sociales –Coia, Casco Vello y Rivera Atienza– y en el Centro Municipal de Teis.
Estos talleres, impartidos por cinco educadores sociales, se estructuran en dos partes, de manera que, en una sesión, se dedica un tiempo a la realización de las tareas escolares, con el objetivo prioritario de que los menores se hagan responsables y autónomos en el desarrollo de sus deberes académicos, y, posteriormente, se efectúan actividades con el fin de fomentar sus capacidades sociales y emocionales, favoreciendo la correcta toma de decisiones en el día a día. En 2020, participaron 85 menores de educación primaria y 38 de ESO.
Educadoras de rúa
Con el fin de detectar y prevenir situaciones de riesgo en la población adolescente, dos educadoras de rúa desarrollan su labor en el entorno cotidiano de estos menores –calles, plazas, parques...– para que la intervención sea más próxima e inmediata, puesto que, “en algunos casos, la intervención tradicional ha resultado ineficaz al no alcanzar una aportación efectiva a determinados jóvenes y grupos y al no desarrollar una función preventiva”.
Las dos educadoras de calle recorren la ciudad para localizar a los usuarios susceptibles de intervención, dándose a conocer, tratando de crear lazos de confianza y sirviendo de referente para, posteriormente, llevar a cabo las actuaciones necesarias que permitan alcanzar los objetivos iniciales. “Lamentablemente, la situación de alarma sanitaria y las continuas restricciones hicieron que, en buena parte de 2020, la población adolescente buscase puntos de encuentro más escondidos, dificultando su detección”, informan desde la Concejalía de Política de Benestar.
A lo largo del año pasado, las trabajadoras municipales localizaron a 206 adolescentes, atendieron a 37 y realizaron 35 intervenciones. A 16 de ellos se les derivó a otros recursos y a dos se les acompañó a efectuar gestiones y/o recursos.
