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Aquellos inolvidables balcones

Paula Pérez, Tino Freire, Jacobo Liz y Tony Lomba, animaron el confinamiento de sus vecinos Alba Villar, Marta G. Brea y Ricardo Grobas

Cinco vigueses recuerdan los espectáculos que preparaban en sus balcones para amenizar las semanas más difíciles de la pandemia

Mágica, especial, bonita, increíble, gratificante, emocionante, inolvidable... Son algunos de los términos que se les vienen a la cabeza a los animadores de balcón vigueses cuando son preguntados por su experiencia amenizando el tedioso confinamiento domiciliario de 2020. Un año después, FARO habla con cinco de ellos: Paula Pérez, Tony Lomba, Jacobo Liz, Tino Freire y Miguel Rodríguez. Antes o después del aplauso de agradecimiento a los sanitarios de las 20.00 horas, cantaban, se disfrazaban, organizaban bingos, dedicaban cumpleaños, hacían de diyeis y hasta llenaban de luz las fachadas para que tanto ellos mismos como sus vecinos se olvidasen durante unos minutos del calvario que estaba sufriendo el país debido a la pandemia del COVID-19, shows que no han vuelto a realizar.

“Fue una experiencia fantástica y satisfactoria. Hay quien nos da las gracias todavía ahora”

Santy Alonso y Paula Pérez - Torrecedeira

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Santy Alonso y Paula Pérez en el balcón de su casa de Torrecedeira Marta G. Brea

“Fue algo fantástico y satisfactorio. Guardamos un recuerdo muy bueno de todo aquello. A veces, se echa de menos, aunque suene raro. Una vez dejamos de hacerlo, cuando ya se podía salir a la calle, nos entró algo de bajón”, asegura Paula Pérez, que, acompañada por su marido, Santy Alonso, y su hermano, Carlos, lograron convertir el entorno del número 82 de la calle Torrecedeira en una discoteca con luces, temas pegadizos, gafas de sol, pelucas, disfraces y... hasta una máquina de humo. “Era increíble ver a la gente preparada en sus balcones 5 minutos antes de empezar nuestro espectáculo. Fue un desmadre. Los vecinos seguían las coreografías y nos agradecían lo que hacíamos dejándonos cervezas en la puerta para aclarar la voz y juguetes para nuestro perro Jack”, comenta antes de recordar los días en los que salieron vestidos de novias o de indios, recrearon la Reconquista o se escuchaba a capela el Resistiré, del Dúo Dinámico, que se convirtió en el himno oficioso del confinamiento en toda España.

Pérez reconoce que, tras esa experiencia, su relación con los vecinos cambió. “Hay quien nos da las gracias aún ahora por aquello y algunos nos siguen en redes sociales. Hace 15 días, di a luz y gente de la zona que nos conoció por los espectáculos nos entregaron detalles”, apunta, a la vez que subraya que se emociona al ver los vídeos de los shows que montaban. “Fue una pasada cuando toda la calle cantó A Rianxeira. Bajábamos el volumen del altavoz para escuchar mucho mejor. La magia de ese momento no se volverá a repetir”, concluye.

“Lo recuerdo con gran emoción. En Navidad, nos mandaron cartas para agradecernos la iniciativa”

Tino Freire, Marta, María, Gonzalo y Cachi - Travesía de Vigo

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Tino Freire, Marta, María, Gonzalo y Cachi, en su casa enTravesía de Vigo Marta G. Brea

En el entorno del número 200 de Travesía, Tino Freire y su familia se convirtieron en ángeles para los vecinos durante el confinamiento. Ponían música, cantaban cumpleaños e incluso llegaron a mandar mensajes de amor para reconciliar a parejas. “Recuerdo esos momentos con mucha emoción. Ayer [por el martes], estuve viendo fotos y me vino todo a la memoria, fue una pasada. Empezamos a hacer los espectáculos con algo de temor por si no gustaban o molestaban, pero la respuesta de la gente nos sorprendió gratamente. Incluso hemos creado amistades fuertes y, en Navidad, recibimos postales en las que se nos agradecía lo que habíamos hecho meses atrás. Jamás me habría imaginado que podríamos ayudar tanto, también nos vino muy bien a nosotros para llevar mejor la situación. Hace 15 días, me preguntaron si yo era Tino, el diyey, para darme las gracias por todo aquello. Es inolvidable”, destaca.

Una de las anécdotas que recupera con más cariño es la del día en el que apareció la Policía para llamarles la atención. “Fue por la celebración de la Reconquista. Alargamos la sesión y se presentaron allí los agentes. Todo el vecindario montó una cacerolada y gritó mi nombre al unísono. Recordar eso me pone los pelos de punta. Yo les expliqué que estábamos a punto de acabar. Siempre hicimos todo con mucho respeto y facilité mi número de teléfono por si a alguien le molestaba”, apostilla antes de agradecer la colaboración del vecindario: “Sin ellos, nada habría sido posible. Me hacían muchísimo caso, fue increíble: el día que recreamos fin de año, aparecieron vestidos de gala”.

“Permitió recuperar la vida de barrio, que la amo. La reacción de la gente fue alucinante”

Germán Fandiño (Tony Lomba) - Bouzas

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Germán Fandiño (Tony Lomba), en su casa Alba Villar

Otra de las estrellas del confinamiento fue Germán Fandiño, conocido en su faceta literal como Tony Lomba. Una vez finalizaba el aplauso a los sanitarios, empezaba su concierto en el entorno de la calle Johan Carballeira, en Bouzas. “Para mí, fue un alegato a la vida de barrio, que hemos logrado recuperar gracias a esa experiencia. Amo esa filosofía, la de preocuparte por los vecinos, ir más allá de hola y del adiós en las escaleras y sin clasismo. Recreé mi niñez a través de los espectáculos que organizaba”, señala. Para convertir su galería en un escenario, tenía que quitar “ocho ventanales”, instalar el equipo y vestirse para la ocasión. “Lo hacía encantado. Me quedo con la reacción de la gente, que fue alucinante; para el vecindario, era un subidón, necesitaba música. Al terminar de cantar, me encontraba en la puerta con callos, empanada, un bizcocho de chocolate con forma de guitarra, flores y hasta las hojas de los niños que me dibujaban, esto último me ponía tontorrón”, asegura desde un piso diferente al que pasó el confinamiento: “Ahora, vivo enfrente, en Tomás A. Alonso”.

Tony Lomba, contra el aburrimiento

Tony Lomba, contra el aburrimiento FARO DE VIGO

“Fue muy bonito y esperanzador: a través de la música y el show, ayudamos a desconectar”

Jacobo Liz y Jacobo - Padre Seixas

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Jacobo Liz y Jacobo, en su casa en Padre Seixas R. Grobas

Los espectáculos de luces y música de Jacobo Liz, en la calle Padre Seixas, fueron de los más famosos durante el confinamiento. Casi un año después, recuerda esos momentos con algo de pena “porque eran muy complicados”, pero también con esperanza, ya que “ayudaron a desconectar”. “Fue muy bonito. Me siguen dando las gracias a día de hoy. Soy asesor dental y, en la clínica, un cliente me contó que, en su barrio, había una persona que montaba una fiesta para amenizar. Resulté ser yo, no me conocía en persona, y me lo agradeció. Curiosamente, le había dedicado una canción que me pidió por correo”.

El balcón de Vigo que anima el confinamiento con Danza Kuduro

El balcón de Vigo que anima el confinamiento con Danza Kuduro FARO DE VIGO

En Churruca, Miguel Rodríguez y su colega Nico González arrojaron algo de luz en los días más oscuros de la pandemia poniendo música y enviando mensajes con un micro y un altavoz: “Fue una experiencia para toda la vida, muy emocionante, y nos permitió conocer a muchos vecinos con los que tenemos buena relación ahora y hemos quedado a cenar en alguna ocasión. Dentro de lo que sufrimos, fue algo muy bonito. Era nuestra vía de escape”.

Miguel Rodríguez, en el balcón de su casa, en Churruca. // FdV

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