Desde que el procedimiento judicial del caso Déborah se reactivó en noviembre de 2019, las comparecencias de testigos en el Juzgado de Instrucción 2 de Tui se han ido sucediendo a cuentagotas. Las últimas se remontan al 17 de noviembre de 2020, hace ya más de dos meses. Un largo período que por fin se verá interrumpido, porque la próxima semana, el 11 de febrero, la jueza retoma la toma de declaraciones. Lo hará con un testigo del día clave, el 30 de abril de 2002, cuando la joven desapareció tras salir a correr por la zona de Samil. Fueron los abogados de la familia de Déborah los que pidieron este testimonio. Y siguen luchando para que se escuche en sede judicial a otros testigos que fueron rechazados por la magistrada. Ante la reiterada negativa los letrados han tomado la decisión de realizar y grabar ellos mismos esas declaraciones en su despacho, con todas las garantías, para remitir después los vídeos al juzgado en una memoria USB. Ya lo hicieron con dos allegadas de la víctima y, por lo de pronto, el tribunal aceptó ese pen drive y dio traslado del mismo al fiscal.

La tarde del 30 de abril de 2002, pasadas las 19.00 horas, Déborah salió de su casa de Alcabre con ropa deportiva para ir a correr por Samil. El testigo que el juzgado ha citado para la próxima semana, que ya declaró en su día ante la Policía Nacional, es una de las personas que vio a la joven antes de que se le perdiese la pista. Concretamente, este vigués dijo que la vio dos veces, en una de las ocasiones cuando la chica realizaba el trayecto de ida hacia la playa. Estaba hablando “con un chico moreno y más alto que ella” en el entorno de un lavadero de coches y le pareció una “conversación normal”, según lo que manifestó a los agentes.

Ahora este hombre debe comparecer en sede judicial para aclarar todos los detalles sobre lo que observó aquella tarde tan importante para resolver los interrogantes de este caso. Porque fue aquel día, entre las 20.45 y 21.00 horas mientras la joven ya hacía el trayecto de vuelta hacia su casa, cuando desapareció sin dejar rastro. Diez días después su cadáver desnudo y rodeado de pistas falsas aparecería a más de 40 kilómetros de allí, en una cuneta de la localidad de O Rosal.

A la espera de lo que pueda aportar este testimonio, otra de las cuestiones en las que quiere ahondar el equipo legal de la familia de Déborah es en pistas de aquellos primeros días que consideran que no fueron ampliamente investigadas. Como el testigo que dijo haber visto en Samil una “furgoneta blanca” de la que sobresalían los “pies” aparentemente “inertes” de una persona. Una cuestión sobre la que preguntaron a la Policía Nacional.

Informe sobre las causas de la muerte

Y hay más frentes en los que están trabajando los abogados. Porque junto a la información que puedan aportar los testigos, una de las cuestiones que ven más importantes ahora es acreditar que la causa de la muerte de Déborah fue homicida. Es decir, descartar la hipótesis de la muerte súbita por causas naturales. Para ello, y tras recabar la colaboración de expertos en la materia, entregarán en cuestión de días en el juzgado un informe pericial que concluye que la joven fue víctima de un crimen, concretamente de una asfixia por sofocación. Esto es clave de cara a apuntalar la existencia de un delito de homicidio o asesinato.

Y, en relación con el material sobre este caso que permanece en los archivos policiales, la familia recuperará una agenda-diario que pertenecía a Déborah y que está en dependencias de la Policía Nacional de Madrid. Los agentes que reactivaron la investigación en esta última etapa se pusieron en contacto con los abogados para comunicarles que les devolverán dicha agenda. La intención de los letrados una vez la tengan en sus manos es repasar la información que haya en la misma, como números de teléfono o anotaciones personales, por si puede aportar algo de interés a las pesquisas.

Archivos policiales