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Un día (y una noche) para no repetir

Clamor vecinal en Churruca por los episodios de masificación y botellón del pasado sábado | Los hosteleros defienden que no pueden controlar "las marabuntas" fuera de sus locales

La Policía Local acudió a Churruca para disolver las aglomeraciones.

El pasado sábado Churruca vivió una jornada complicada. A lo largo del día se produjeron masificaciones en las calles Irmandiños y Martín Códax, preocupantes en una situación de pandemia como la actual. La distancia de seguridad era inexistente y, muchos de los allí presentes, ni siquiera llevaban la mascarilla puesta. Desde hace un mes los locales hosteleros de la zona abren los sábados durante todo el día, desde las 13.00, para celebrar la sesión vermut y paliar las pérdidas que les supone tener que cerrar a la una de la madrugada. Lo que pasó este pasado sábado, con decenas de personas apelotonadas en las calles, aseguran tanto vecinos y hosteleros, fue "un hecho puntual" que no se vivía desde antes de la pandemia. Pero, más allá de eso, residentes y dueños de los locales tienen una versión algo distinta de lo sucedido.

Los primeros denuncian que la situación se desbordó hasta el punto de que les fue difícil entrar en sus casas. Lamentan que además de que no se cumplía la distancia de seguridad ni el uso de mascarilla, los jóvenes orinaron en los portales, tapaban las puertas de las viviendas, y armaron "un ruido como el que no se recuerda en varios meses", afirma Máximo, un vecino de avanzada edad que vive al lado de uno de los locales. "Yo llegué de trabajar y me encontré con esa situación: distancia cero, gente agolpada en la calle, orinando en las esquinas...", recuerda Fernanda Fernández, residente en del entorno de Churruca. Juan Vaqueiro asegura que no vivió la situación, porque desde que comenzó la desescalada los fines de semana prefiere irse a la aldea "para evitar los follones que aquí se pueden producir". "En algún momento habrá que tomar alguna medida", reclama.

La situación en el barrio es ciertamente tensa. Los hosteleros, por su parte, insisten en que cumplen todas las medidas de seguridad marcadas por las autoridades sanitarias: distancia entre mesas, control de aforo... pero tienen claro que no pueden ser los responsables de lo que pase de puerta para afuera. "No nos pueden culpabilizar a la hostelería de lo que pase en la calle. Nosotros podemos controlar las mesas de las terrazas, pero no podemos estar pendientes de todo", afirma Uxío Pérez, vecino de la zona y a la vez dueño del Batallón, uno de los locales emblemáticos de Churruca. Otro de los problemas, asegura, es la "confluencia" de establecimientos hosteleros en un espacio reducido, como sucede en Martín Códax e Irmandiños, lo que puede dar lugar a la situación de masificación del pasado sábado. Otro atenuante, apunta Marya Lago, gerente del local Tinta Negra, en la calle Irmandiños, "es el tabaco". El hecho de que la gente no pueda fumar en el interior de los establecimientos ni en las terrazas si no hay distancia de seguridad, hace que muchos de ellos cojan su consumición y se vayan a la calle a fumar, sin mascarilla y poniendo por tanto en riesgo al resto de personas. E insiste: "El pasado sábado fue la primera vez que se desmadró la cosa, Churruca es un barrio muy estigmatizado. Los hosteleros lo único que hacemos es intentar ganarnos la vida, pero no podemos controlar lo que sucede de puertas para afuera".

Por ello los dueños de los establecimientos reclaman una reunión a tres bandas entre ellos mismos, los vecinos y representantes del Concello para poner una solución al problema. El pasado sábado, pese a que acudió la Policía Local, a los pocos minutos de irse los agentes los residentes aseguran que se volvía a agolpar gente sin control por las calles de Churruca. "Nosotros solo servimos a las personas que tienen una mesa asignada", asegura Alejandro Comesaña, de la Candela, en Martín Códax. Lo que no pueden controlar, por tanto, es la gente que llega a la zona para hacer botellón.

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