La experiencia es un grado. Si no que se lo digan a un joven que, tras llegar tarde al juicio en el que estaba acusado, logró colarse en el despacho de la letrada de la Administración de Justicia del juzgado y se hizo con las pruebas de un delito que se guardaban allí: ropa y un desactivador de alarmas. Y todo pese a las restricciones que existen para entrar en los tribunales por las medidas contra el Covid-19 Al final, eso sí, no logró su propósito: una funcionaria lo sorprendió y avisó a la Policía Nacional. Lo llevaron al juzgado de guardia, aunque poco después abandonaba el edificio tras quedar en libertad.

Este hombre accedió al edificio porque tenía la citación del juicio. Tras ir a la oficina de atención al ciudadano, subió al Juzgado de Instrucción número 7, donde tenía la vista por un delito leve. Pero ya llegaba tarde. Y, en un momento dado, se coló en el despacho de la letrada judicial, que había ido en ese momento a hacer un trámite a otro tribunal. Una funcionaria de repente se lo encontró cuando salía, pero en un pasillo interior donde no debería estar. Y evitó así que se fuese de allí con la pieza de convicción que había robado.