La expansión del Covid-19 y, con ella, la suspensión de toda actividad que no fuera urgente o prioritaria en los hospitales, obligó a la Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Álvaro Cunqueiro a buscar nuevas vías para mantener el entrenamiento de dos meses que ofrece a cardiópatas que han sufrido un episodio agudo. En tiempo récord, puso en marcha una plataforma telemática para adaptarse a esta necesidad. Pero no solo le servirá mientras dura la pandemia. Lo que empezó como una solución ante un problema servirá ahora como herramienta para llegar a más gente.
Tres veces a la semana, los usuarios de la unidad acudían al Cunqueiro a hacer ejercicio supervisado en una sala con otros pacientes. Además, todos los jueves se reunía medio centenar de personas en charlas para aprender más sobre su enfermedad o consejos sobre nutrición, control del estrés, cómo dejar de fumar... Unas actividades que no se pudieron desarrollar entre marzo y mayo, por lo que se buscaron vías telemáticas que permitieran mantener a aquellos cardiópatas que ya habían iniciado el programa y los citados en consultas. La coordinadora de la unidad, la cardióloga Marisol Bravo, cuenta que son unos cambios en la forma de trabajar que han llegado para quedarse.
Primero someten a todos los pacientes a una evaluación individualizada -con prueba de esfuerzo, análisis de su cardiopatía, cuestionario nutricional y de adherencia terapéutica... - para diseñar un programa a su medida. Los atiende un equipo multidisciplinar de cardióloga, enfermera, fisioterapeuta, médico rehabilitador, psicóloga, nutricionista, farmacéutico y trabajadora social.Pacientes de riesgo
Si resultan pacientes de riesgo alto o moderado, entrenarán en el hospital. Si no, usarán la "telerehabilitación cardíaca". La unidad trabaja ya así con 13, pero esperan llegar a muchos más con esta modalidad. Harán su seguimiento a través de Telea, la plataforma de teleasistencia del Sergas. El usuario introducirá en ella los valores de su peso, frecuencia cardíaca, tensión arterial y saturación de oxígeno, entre otros, para que los profesionales puedan hacer el seguimiento y vayan ajustando el ritmo del entrenamiento o el tratamiento. Algunos pacientes tienen bici estática o cinta en casa. Otros salen a caminar. Se controlan con saturímetros cedidos por el hospital, smartwatches o escalas de esfuerzo.
Ahora también pueden seguir las charlas a través de un campus virtual cuando ellos quieran. Lo están usando 25 personas, pero la doctora Bravo espera que lleguen al centenar. Para poner en marcha la plataforma han contado con la colaboración del ingeniero Daniel Rivera. "Los pacientes están muy contentos porque algunos no podían acudir a rehabilitación por trabajo o porque viven lejos y no pueden desplazarse cuatro veces a la semana al hospital", subraya la cardióloga y añade: "Ampliamos nuestra cobertura, hay que reinventarse".
