Tamara es alumna del curso de especialización del programa Alida y, durante los meses de enero y febrero, combinó las clases en el campus de Torrecedeira con su trabajo en una pizzería. "Ahora estudio más", asegura entre risas sobre la formación desde casa. Y también añora el ambiente universitario: "Me encantaría volver a clase con mis compañeros. La experiencia es muy buena. Son gente maja". Cumple con sus tareas sin problema y le encanta hacer pasatiempos en su tiempo libre.

Su madre, Patricia Currás, confirma lo bien que se ha adaptado su hija: "Ella ya era muy independiente y la veo bien. Por la mañana hace sus deberes y tareas de casa y por la tarde los acaba para enviarlos por correo antes de las ocho. Es muy importante que sigan conectados al reloj. Las clases virtuales son geniales para que se vean y hablen entre ellos y también han empezado a conectarse solos los fines de semana".

Los padres han sido claves para mantener la docencia telemática y Patricia también agradece la implicación de los profesores: "Desde el primer día la asociación se puso en contacto con las familias y esto ha sido un proceso de ensayo y error para ir ajustando cosas. Nos apoyan muchísimo".

Madre e hija esperan que el programa se pueda retomar en septiembre. "Lo interesante es que estén en el mundo, en contacto con otros jóvenes y enfrentándose a los problemas cotidianos. Y a la vez sus compañeros aprenden a convivir con ellos con normalidad ahora y después en el ambiente laboral. Se dan cuenta de que no es un hándicap tan grande", destaca Patricia.