Primero fueron los niños en devolver la alegría y vivacidad a las calles y ahora le tocó el turno a los más mayores y dependientes, quienes durante dos horas de mañana y de tarde podrán disfrutar de agradables paseos por sus barrios o inmediaciones de hasta un kilómetro. Las zonas verdes de Coia, el parque de Castrelos, Samil o la peatonal de O Calvario fueron algunos de los lugares donde septuagenarios y demás grupos dieron cuenta, en muchos casos, de sus primeros pasos al aire libre tras meses y medio de confinamiento. "Estábamos deseando poder salir y desintoxicar los pies; ya se hacía pesado", reconocían Norma y José. El matrimonio, con mascarilla y extremando las distancias con el resto de transeúntes, aplaudían que tras el buen comportamiento de la sociedad, disfruten ahora de este reducto de libertad. "Yo por ejemplo salí en varias ocasiones al mercado por la compra u otros recados, pero mi mujer por ejemplo, no había salido en todo este tiempo. La verdad lo hemos llevabo bastante bien; y creo que la mayoría de la gente también. Todos muy comprometidos con la situación y este es el premio", narraba José.

Para Salvador Barros el de ayer también fue su primer contacto con la calle desde el inicio del estado de alarma y lo hizo acompañado de su hijo Tomás. "Cuando se decretó el confinamiento lo traje para mi casa para que viviese con nosotros y la verdad es que se adaptó muy bien. Siempre fuimos conscientes de la problemática y de lo había y no había que hacer. Lo llevó muy bien pero ahora mucho mejor, claro", comentaba este varón, quien le había prometido a su padre que le acompañaría en esta primera salida. "Ya estaba a primera hora preguntándome cuándo saldríamos", bromeaba.

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Y es que aunque se tratase de paseos cortos y en muchas ocasiones no más allá de la vuelta de la esquina, para algunos este recorrido les sirvió para ver a sus amigos tras más de dos meses incomunicados. Es el caso de Arturo. Este vecino de O Calvario vive solo y al igual que muchos reconoce haber llevado el encierro mucho mejor de lo esperado. "Bajaba a por el pan o la compra y no lo hacía hasta varios días después, pero la verdad es que se llevó bien. Ahora estaba paseando un poco y hablando desde la distancia con una amigo que hacía meses no veía", cuenta Arturo.

Una tónica habitual en estos paseos fue el uso de diversas medidas de seguridad e higiene como mascarillas, guantes o incluso pantallas de protección fácil. La distancia de dos metros con el resto de viandantes ya no fue tan fácil de respetar. " Yo voy paseando por una esquinita de la calle porque sí veo que la gente no tiene muy en cuenta esta distancia. Daré un paseo rápido y ya para casa", comentaba una vecina a su paso por el mercado municipal, donde la cola en la mañana de ayer discurría incluso por varias calles paralelas.

En horario vespertino, de 19 a 20 horas, las escenas y los paseos volvieron a repetirse. Y no solo de personas mayores, sino también de aquellos dependientes que con ayuda de sus cuidadores o familiares disfrutaron también de un agradable paseo por sus barrios.