Pasan unos minutos de las cuatro y media de la tarde y FARO se dispone a realizar un reportaje con una patrulla del grupo GOA de la Policía Local de Vigo para ver cómo es su labor con el inédito estado de alarma que se vive. Antes de salir de la jefatura ya reciben un aviso. Tres jóvenes reunidos en un parque. Algo prohibido desde el domingo. Y, efectivamente, cuando llegan los agentes, allí están. Uno de ellos es un viejo conocido de estos efectivos. "Múltenme si quieren", dice uno. "Yo me voy para casa", afirma otro. Al final son identificados con el aviso de que, si vuelven a verlos por la calle sin justificación, acabarán denunciados.

Ocurrió ayer. Junto a esta intervención hubo bastantes más. Pese a que la ciudad está vacía y no hay demasiada gente fuera de sus domicilios, el balance de algo más de hora y media con esta patrulla policial deja esas identificaciones del parque, otras más en un céntrico bar donde la familia que lo regenta jugaba a las cartas tras comer allí y una denuncia a una señora que paseaba por Sanjurjo Badía y que se obstinó en no volver a su vivienda. E incontables advertencias. Por ejemplo, a parejas que iban juntas a la compra - "deben ir de uno en uno", avisaban los policías, protegidos con guantes y mascarillas-. O a un vecino de la zona de Balaídos que estaba cerca de Urzáiz. Pese a la distancia con su hogar, alegó que iba... al supermercado. También avisaron a unos vecinos que caminaban hacia sus casas juntos: "Deben dejar dos metros de separación".

"Hay mucha gente concienciada, es cierto, pero también hay quien todavía no; hay quienes con la excusa de ir al súper o al pan en realidad se dan unos buenos paseos", afirman estos agentes. El lunes la Policía Local puso nueve denuncias, una de ellas a un sexagenario en bici por Samil. Ayer esta cifra siguió creciendo.