Cae la noche. Mientras el sol se oculta detrás de las Islas Cíes y un tapete de estrellas se adueña de las alturas, las luces de la Navidad en Vigo se erigen en el faro que guía a miles de turistas por las calles del centro de la ciudad sin saber que a unos kilómetros de allí se encuentra una vivienda que, en lo que a alumbrado navideño se refiere, poco ha de envidiar a la ciudad olívica.

Es la casa de Emilio, un viejo lobo de mar que desde hace años decora los exteriores de esta vivienda de San Miguel de Oia. "Ya lo hacía cuando estaba en el barco. Doblaba páginas de revistas y hacía banderitas", explica mientras recuerda uno de sus viajes en los que pudo ver las luces de Nueva York. "Se llevan la palma, pero ahora se la lleva Abel Caballero", admite con ironía.

En el jardín frontal del domicilio de Emilio no falta detalle. Cuando llegan las seis y media de la tarde las luces se encienden automáticamente y es entonces cuando la Navidad se torna en una discoteca de colores en la que los láseres se reflejan en la fachada con forma de estrella y las bombillas titilan a su ritmo sobre el muro de su finca. Dentro, un pequeño nacimiento iluminado, renos rellenos de bombillas o un Papá Noel con linterna se mezclan en un universo único. Hasta la puerta de entrada tiene sus propias luces.

Emilio lleva varias décadas trasladando su pasión por la Navidad al jardín de una casa que se ha convertido en una referencia para todo el barrio. "Hay una niña de 13 años que desde pequeña, si me retraso un poco, me deja una carta en el buzón preguntándome cuándo voy a poner las luces", explica con orgullo.

De hecho, la decoración de este año le ha costado el doble de esfuerzo. No por el exigente trabajo de colocar todas las luces y detalles sino porque lo ha hecho con una mano rota. "Lo he colocado yo. Excepto una parte en la que tuvo que ayudarme mi mujer sujetando la escalera, todo lo he puesto yo", cuenta mientras repasa el día en el que saliendo del supermercado resbaló en un paso de cebra y se fracturó la mano.

Contra viento y marea, "llega un momento en el que te salta el contador y se va la luz", este marinero que desde hace años navega en tierra ha conseguido que la Navidad en la parroquia de San Miguel de Oia