As Festas de San Roque, uno de los Santos más venerados de la ciudad por su presupuesta capacidad sanatoria, cierran las fiestas más importantes de la ciudad olívica de este período estival. "Mi marido era muy devoto de San Roque en A Arnoia (Ourense), pero desde que me falta ya no voy allá", dice Lola Rodríguez, oriunda de Vigo. La cantidad de fieles que mueve y que le son ofrecidos cada año son prueba de la adoración de los vigueses por el Santo, cuyo día grande fue ayer; y lo demostró llenando todas y cada una de las misas que tuvieron lugar por la mañana.

"Llevo viniendo muchos años porque estoy ofrecida a San Roque. Yo no puedo encender velas pero traigo un cuerpo. Como churros con azúcar, compro en los puestos... y me pongo guapa. Este es el traje de una boda", dice Laura Vaqueiro con una preciosa sonrisa. La joven va en silla de ruedas y tiene problemas psicomotrices.

"En realidad a nosotros lo que nos gusta es el ambiente. Es la única razón por la que venimos todos los años", comenta una pareja sexagenaria de Redondela.

Las tres primeras misas, a las ocho, nueve y diez de la mañana, se celebraron en el interior de la capilla del Pazo de San Roque, en la que hubo más de un empujón para conseguir sitio.

La jornada empezó a animarse a partir de las once de la mañana, cuando a los peregrinos más madrugadores se sumaron los fieles más jóvenes engalanados para disfrutar de la música de la Banda Cultural de Arcade. Habida cuenta de que el público era mucho más numeroso y las velas empezaban a alumbrar casi más que el sol abrasador de media mañana, se realizó al aire libre ante cientos de devotos que presenciaron la misa de rodillas o de pie a pesar de haber portado sus propias sillas.

La misa de mediodía fue todo un clamor al Santo Patrón. La explanada estaba repleta y en silencio para la Misa Maior y para escuchar a la Coral San Roque. Monseñor Quinteiro Fuiza instó a los devotos a preocuparse no solo de sus propias dolencias o las de sus allegados (simbolizadas por las piezas de cera que portaban).

El Obispo de Vigo pidió a los fieles que, como lo hiciera el "Santo Milagreiro", estos también se preocuparan por los desamparados e insistió en que no le "dieran la espalda a la sociedad.

A la celebración acudió el alcalde Abel Caballero. El regidor saludó a los comensales que descansaban mientras daban buena cuenta de un plato de pulpo y de unas sardinas, platos típicos en este día.

Una vez finalizada la Misa Maior, se produjo el descenso de la Sta. Virgen a hombros de una comitiva femenina mientras la Coral cantaba, seguida del descenso de San Roque, portado solo por hombres. De esta forma se inició la tradicional procesión que recorrió las calles de San Roque, Padre Sarmiento, A Rola y Filipinas antes de volver a la capilla donde se guarda la figura todo el año.

La nueva comisión de fiestas (casi todas son mujeres) buscó darle un giró a la romería y devolverla a su origen, separando la zona de ocio del lugar reservado para las actividades religiosas. "Ahora que sacaron las tómbolas fuera, mejor. Se ha recuperado el ambiente místico", apunta Pilar Gil. Sí se han mantenido dentro del recinto del Pazo de San Roque los tradicionales puestos de rosquillas y dulces (respetando, eso sí, unas normas estrictas de sanidad y apariencia), así como los puestos de comida.

Con la nueva organización, la comitiva parece haber conseguido al menos uno de sus objetivos: "atraer a un público joven"; quizá no a la parte religiosa, pero sí al barrio de San Roque y a sus actividades de ocio.