En apenas dos semanas y tras millones de viajes, las 5.000 hormigas cortadoras de hojas procedentes de Sudamérica han convertido en su hogar el terrario instalado en Vigozoo. Grano a grano, literalmente, han trasladado varios kilos de arena hasta el hormiguero donde vive su reina, un ejemplar de tres centímetros que de vez en cuando se deja ver fuera de su palacio, donde crece un hongo del que las hormigas se alimentan y al que a la vez nutren llevándole hojas de las plantas ubicadas en la parte superior, no siempre las mismas para que las hojas que cortan tengan tiempo de recuperarse hasta la siguiente "cosecha". Una simbiosis perfecta en la que todos salen ganando, incluso el suelo al que aportan aire y nutrientes. Por ahora están "cómodas" porque ambas estructuras -el terrario y el hormiguero- están muy cerca pero el objetivo es alargar su recorrido alrededor de la nueva sala temática tropical para que los visitantes puedan ver cómo trabajan a través de unos tubos transparentes que podrían medir 20 o 30 metros.

La compleja sociedad de las hormigas se revelará a través de paneles y de la contemplación de su labor, muy diferenciada según la casta a la que pertenezcan, desde la reina hasta las obreras más pequeñas, de apenas dos milímetros. Perfectamente organizadas, conviven soldados y obreras cortadoras, cultivadoras o basureras, cada una con su tarea específica. La sala, revestida íntegramente por vinilos de fotografías de selvas tropicales, albergará pronto nuevos inquilinos como otros insectos y plantas, algunas de ellas carnívoras. Al lado, los reptiles se adaptan a sus nuevos terrarios, más grandes y naturalizados, con agua en mayores cantidades y roca, arena o vegetación según sea la procedencia de cada animal.

Y mientras tanto, en la planta superior, se pasa del verde del trópico al blanco de la nieve y el hielo, con una sala centrada en la fauna de los polos que ya cuenta con sus propios habitantes, tres miembros de una familia Inuit.