Los apartamentos turísticos empiezan a ganar espacios que hasta hace no mucho eran casi exclusivos de los hoteles, hostales, pensiones y otros alojamientos convencionales. Grandes webs de reserva, como Booking, Trivago o Kayak, han visto a lo largo de los últimos años cómo los apartamentos para viajeros empezaban a convertirse en una pieza clave de su oferta. De ser residuales han pasado, en cuestión de muy poco tiempo, a aglutinar una oferta de alojamiento con decenas de opciones. Solo Booking, por ejemplo, anuncia para algunas fechas -como la noche del 25 al 26 de abril- más de medio centenar de apartamentos, estudios, chalets, lofts... que se reparten por todo Vigo y municipios vecinos, como Cangas, Redondela, Moaña, Pontevedra, Gondomar o Baiona. En Vigo se cuentan varias decenas de opciones, distribuidas a lo largo y ancho del municipio y con una horquilla amplia de tarifas.

Booking, Kayak o Trivago se convierten así en espejos de un fenómeno que también se deja sentir desde hace cerca de un año en las estadísticas oficiales. Desde que en mayo de 2017 entró en vigor el decreto que regula los pisos para turistas, un número significativo de propietarios decidieron convertir sus apartamentos en alojamientos reglados para viajeros. Si hace dos años el Instituto Galego de Estatística (IGE) anotaba un solo apartamento turístico con 49 plazas en apartamentos turísticos, a principios de 2019 estas eran ya 84.

Algo similar ocurrió con las denominadas "viviendas de uso turístico": de no tener registradas plazas en el IGE en 2017 pasaron a sumar al año siguiente 521 y a principios de este año superaban ya de forma holgada el millar. La tendencia anotada en Vigo es similar a la de otros puntos de Galicia que vieron aflorar también pisos turísticos.

En el conjunto de la comunidad el IGE contabilizaba hace un lustro poco más de 5.000 plazas en apartamentos turísticos. En 2018 su número había crecido ya un millar y a inicios de este año la oferta autonómica se había disparado hasta superar las 9.800 plazas. Similar fenómeno experimentaron las viviendas de uso turístico: si en 2018 sumaban 21.300 plazas, a inicios de 2019 eran ya más de 38.500.

A pesar de que el sector turístico encadena varios años de crecimiento en Vigo y de que en los últimos años ha vivido varias campañas históricas gracias al tirón cada vez mayor de Cíes, la conectividad que ofreció Ryanair o el éxito de citas como Conxemar u O Marisquiño, a los alojamientos convencionales les ocurre lo contrario que a los apartamentos. Su oferta se ha reducido ligeramente en los últimos años. En 2013 el IGE contabilizaba 4.537 plazas en la ciudad. Doce meses después eran un centenar menos y al cabo de dos años habían bajado ya a 4.215. En las estadísticas del IGE el punto de inflexión se aprecia en 2019, cuando se constata ya un ligero repunte.

Un fenómeno estatal

Ni Vigo ni Galicia son casos aislados. El repunte de viviendas para turistas ha obligado ya al Gobierno a buscar fórmulas para atajar su expansión y las consecuencias que acarrea sobre el mercado inmobiliario. Uno de los problemas más graves que genera en grandes metrópolis turísticas, como Barcelona o Sevilla, es el encarecimiento de los alquileres residenciales. La lógica del fenómeno es sencilla: si un propietario puede ganar más dinero arrendando cuartos a turistas -a los que factura por noche-, probablemente no alquilará la vivienda a un inquilino al uso que le pagará de forma mensual y por unas cantidades bastantes inferiores.

En el caso de Vigo el afloramiento de alquileres turísticos coincide con un momento especialmente dulce para el sector hostelero. Una vez superados los años más duros de la crisis, durante los que los alojamientos tuvieron que abaratar sus tarifas para atraer visitantes, los negocios han visto en los últimos años cómo repuntaba la demanda. Los hoteles de la ciudad registraron a lo largo de 2018 unos 33.200 viajeros y 58.200 pernoctaciones, lo que lo convierte -y de lejos, además- en el año con más actividad desde que hay el INE elabora registros.