El mercado de segunda mano gana enteros en el sector inmobiliario de Vigo. El peculiar escenario urbanístico de la ciudad, que vio cómo en 2015 una sentencia del Supremo anulaba el Plan General de 2008, sumado a la falta de stock de vivienda nueva y el alza de los alquileres residenciales, ha insuflado aire a la compraventa de propiedades usadas. Los últimos datos recabados por Fomento muestran que a lo largo de 2018 se cerraron en la ciudad 2.300 transacciones de casas antiguas. En 2017 fueron 1.900, lo que arroja un incremento de más del 20% en cuestión de apenas doce meses. El aumento de la demanda de vivienda usada no es un fenómeno exclusivo de Vigo, aunque entre las grandes ciudades de Galicia no hay ninguna que se aproxime al escenario olívico. Durante el mismo lapso, en A Coruña la compraventa de apartamentos de segunda mano se incrementó casi un 16%, en Santiago otro 13%, en Pontevedra un 9% y en Lugo un 13%. En la comunidad solo se aproximan al dato local Ourense, con un aumento ligeramente inferior al 20%; y Ferrol, que supera a Vigo con una deriva al alza del 26%.

El aumento de demanda se trasluce también en los precios. Según los datos de Fomento, 2018 se cerró con una tasación media de 1.453 euros por cada metro cuadrado (m2) de vivienda de segunda mano. El dato confirma la tendencia al alza que encadena Vigo desde hace meses con ligeros vaivenes y se sitúa en niveles de 2013, la última vez que el precio del metro cuadrado residencial superó los 1.450 euros. La escalada en el valor de las propiedades antiguas ha sido tan pronunciada que se aproxima cada vez más al de las viviendas a estrenar. El último anuario de Fomento recoge que en 2017 cada metro de vivienda nueva costaba 1.460 euros, solo 108 euros más que los pisos de más de cinco años.

La deriva de la demanda y los precios se explica por dos factores fundamentales. El primero es el peculiar escenario urbanístico de Vigo tras la sentencia de 2015, lo que ha afectado en los últimos años a la construcción de pisos nuevos. En 2018 la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein) estimaba de hecho que en toda la ciudad había solo 80 pisos y casas nuevas disponibles en el mercado, una cifra mínima para un municipio de más de 293.600 vecinos. Prueba del paupérrimo stock de apartamentos a estrenar es que de las 2.452 operaciones de compraventa cerradas el año pasado en la ciudad, 2.300, un aplastante 94%, se correspondió con pisos nuevos.

El otro factor determinante es el aumento de precios de alquiler, lo que ha despertado el interés de los inversores por adquirir viviendas usadas, reformarlas y arrendarlas. Fegein calcula que alrededor del 40% de quienes adquieren casas de segunda mano en la ciudad lo hacen con ese objetivo.

El interés del mercado inmobiliario por las viviendas usadas se constata, por ejemplo, en al aumento del "buzoneo". Desde hace tiempo -precisamente impulsadas por el interés creciente de los inversores- agencias especializadas de la ciudad se dedican a repartir avisos por las comunidades de propietarios para mostrar su interés en la adquisición de apartamentos.