La frontera que separa el sur de Pontevedra y el norte de Portugal presenta una curiosa paradoja: a pesar de que es el punto más permeable de toda la extensa Raya, que se prolonga a lo largo de más de 1.200 kilómetros entre A Guarda y la provincia de Huelva, carece de vías de alta capacidad gratuitas para vehículos. Del lado español hay dos opciones de este tipo: la AP-9, una autopista de pago, y la autovía A-55, que no tiene coste y en la que también desemboca la anterior poco antes de llegar a la frontera.

Una vez atravesada la Raia, ya en Portugal, sin embargo, solo hay dos alternativas para circular hacia Viana do Castelo: la A-3, que es una autopista concesionada y en la que se aplican peajes; y la A-28, una autovía que desde 2010 está gravada mediante los polémicos pórticos electrónicos en su recorrido entre Viana y Oporto.

Quienes pasan a Portugal por la A-55 pueden circular varios kilómetros por la A-3 antes de salir, sin coste, para reengancharse en la A-28. Aunque antes de llegar a la autovía los conductores deben conducir durante un trecho de casi 30 km por la carretera nacional N-13. Hace solo unos días empresarios del norte de Portugal y la provincia de Pontevedra reclamaban que se completase la A-28, que ahora "muere" en el municipio de Vilar de Mouros, para que llegue hasta la Raia.

Viajar entre Tui y Oporto por la A-3 exige pagar 8,85 euros en peajes. Hacerlo por la A-28, 3,75. En ambos casos el trayecto ronda la hora y media. Si se opta por la opción gratuita (N-13) se tarda más de tres horas.