Los interrogatorios a los cinco directivos o empleados bancarios que asumieron su culpabilidad fueron rápidos. "Reconozco", respondieron a la única pregunta formulada por el fiscal, la de si admitían los hechos. Más largos fueron los de los seis encausados que no los reconocieron, cuyos letrados alegan además prescripción del delito.

Tres acusados estaban en la oficina de Ramón Nieto del Banco de Galicia en aquella época: el fiscal atribuye en esta sucursal movimientos por 750.000 euros. Costas, describieron, era "buen cliente". Iba allí "un día sí y otro también". "Era un empresario respetado, no había motivos para desconfiar", relató un directivo, asegurando que no vio "irregularidades" y que para él, dada el grupo empresarial que tenía, la operativa le parecía "normal".

Otro encausado que sustituyó al anterior contó que de toda la operativa de caja con Costas se ocupaba el empleado que ocupaba ese puesto y precisó que él no intervino en la apertura de las cuentas. Reconoció que llegó a preguntarle al empresario ya que no le encajaban "cobros de 90.000 euros" en cuentas de ciudadanos rumanos, pero que éste le presentó facturas e información fiscal. "Yo no soy asesor fiscal, ni auditor ni Hacienda", agregó. Admitió que el responsable de Las 5 Jotas retiraba "importante cantidades en efectivo", pero daba por hecho que movía "mucho dinero" por sus empresas. También declaró el interventor, que indicó que se dieron cuenta de que habían sido "engañados" por José Manuel cuando un ciudadano rumano fue allí diciéndoles que constaba como cliente de la entidad y no lo era. Destapado lo ocurrido, señaló que les causó malestar la "confianza excesiva" hacia ese cliente y el "abuso de confianza" que también hubo por parte de él.

Las otras tres acusadas, de Banesto, negaron irregularidades y conocer a Costas. Los movimientos aquí, según el fiscal, se limitan a 5.000 euros. El propio jefe de Las 5 Jotas exculpó ayer a esta oficina.