Han roto barreras sociales y personales para alcanzar un sueño que creían irrealizable: sentirse universitarios. Doce jóvenes con síndrome de Down y discapacidad intelectual de Vigo y su área conforman la primera promoción del programa Alida, una iniciativa pionera en Galicia que ha logrado abrir por primera vez las puertas de la Educación Superior de una forma inclusiva. Se encuentran en su segundo y último curso y, tras la prácticas en empresas del segundo cuatrimestre, aspiran a lograr el mismo objetivo que el resto de sus compañeros. "Queremos trabajar y hacer nuestra vida", resume Sara Abalde.

El proyecto surge de la colaboración entre la Asociación Down Vigo y la Escuela CEU de Magisterio, en cuyas aulas se desarrollan las clases. Además los jóvenes de Alida también se integran en dos asignaturas -Educación Física y Atención a la Diversidad- del plan de estudios del centro, que imparte los grados de Primaria e Infantil. "Para los otros alumnos es muy interesante porque el día de mañana tendrán que dar clase a niños con diversidad funcional. Se trata de una inclusión real, no solo de compartir el mismo edificio. Y la experiencia es muy buena por ambas partes", destaca Antía Vaamonde, profesora de Down.

Así lo subraya también la coordinadora del programa en la escuela, Julia Criado del Rey. "El programa es un reto conseguido. Era casi una obligación para un centro de Magisterio. Esta oportunidad es lo mejor que les podía pasar a nuestros alumnos, que serán los profesores de la escuela inclusiva y de atención a la diversidad. En la sociedad todos somos distintos, no tiene sentido aislar en la educación. Y los chicos de Alida cada vez se sueltan más y son más participativos. Mejoran las habilidades sociales", celebra.

"Nos sentimos de maravilla en sus clases. Tenemos amigos", aseguran ellos sobre sus compañeros, con quienes no solo comparten dos horas semanales de clase sino tiempo en los pasillos o la cafetería de la escuela.

Alida está inspirado en el Programa Promentor de la Autónoma de Madrid, que en 2009 creó una cátedra específica con la Fundación Prodis para la formación de jóvenes con discapacidad intelectual.

El plan se compone de un curso preuniversitario en la sede de Down, que este año ya cuenta con 9 alumnos -la entrada sigue abierta- y que también incluye la participación en las aulas inclusivas de la Escuela CEU.

El segundo curso ya se desarrolla de forma íntegra en el centro universitario. Las asignaturas principales, impartidas por dos docentes de Down Vigo, están orientadas al trabajo de auxiliar administrativo: Relaciones Laborales, Archivo y Organización, Tecnología de la empresa e Inglés Básico, entre otras. "Y además incluimos la formación en habilidades para la gestión de conflictos o una materia sobre Cultura y Sociedad. Es importante que estén atentos a temas de actualidad. El programa tiene un objetivo académico pero también social, la intención es que les ayude a conseguir un trabajo y en su vida cotidiana", apunta Vaamonde.

Los alumnos, con edades entre los 20 y los 40 años, son conscientes de que estar en la universidad exige esfuerzo y estar preparados para los temidos "exámenes sorpresa". "Hay que ser activo y estudioso", resume Rocío Pérez, que también se muestra encantada con los talleres de teatro a los que acude junto al resto de alumnos de la escuela.

Uno de los requisitos del programa es que los estudiantes sean autónomos y varios de ellos se desplazan solos cada día desde Redondela, Tui o Salvaterra. La canguesa Iris Curra tiene que coger un barco y un autobús para llegar a clase.

Muchos han estudiado con anterioridad ciclos básicos de FP y han trabajado en oficinas bancarias u otro tipo de empresas. "A mí me encantaba ordenar las cosas y atender el teléfono", comenta Sara Abalde, que anima a otros jóvenes con Down o discapacidad intelectual a seguir su ejemplo y el de sus compañeros.

"También ellos pueden hacer su propia vida, con sus objetivos y sus metas, y buscar un trabajo. Hay que animarlos a venir a la universidad porque pueden hacer cosas diferentes. Tenemos derecho a entrar", reivindica.

Han abierto un camino y sus familias, presumen con una gran sonrisa, están "orgullosas" de su condición de universitarios. "Mis hermanas están muy contentas, ahora yo podré colgar mi orla junto a la de ellas", dice convencida Alba Pérez. En unos meses, ella y sus compañeros de Alida podrán presumir ante el mundo de contar con un título que certifica su capacidad profesional, porque su gran valía personal ya la demuestran cada día.