El efecto de los telepeajes se diluye en la frontera entre Galicia y el norte de Portugal. Aunque la A-28, la autovía lusa que estrenó hace justo ocho años los polémicos pórticos, aún no ha recuperado el volumen de tráfico anterior a octubre de 2010, el tránsito total entre ambos países se sitúa en su nivel más altos de la década. Entre la A-28 y la autopista A-3 -los viales portuguesas que enlazan Oporto con la raia - sumaron durante la primera mitad del año una media de 55.000 vehículos diarios. A lo largo de los mismos meses de 2010 -antes de que se instalasen los telepeajes- eran poco más de 49.600. El tránsito actual de las dos principales carreteras fronterizas supera también al de 2009 y 2008, los primeros ejercicios de los que aporta datos la administración lusa.

Durante la primera mitad del año ganaron tráfico tanto la A-28 como la A-3. La autovía la usan una media de 30.900 coches diarios, unos 8.700 más que en 2016 y bastante por encima de 2013, cuando la demanda del vial tocó fondo. Por la autopista circularon 24.100 vehículos cada 24 horas, cerca de un millar más que hace un año y el mayor dato desde al menos 2008, el primer ejercicio documentado de forma oficial por Portugal. Aunque el uso de la A-28 sigue por debajo de los niveles de 2010, el repunte de demanda de la A-3 hace que la suma total del tránsito se sitúe en niveles históricos.

Los telepeajes se activaron en la A-28 en octubre de 2010. Aunque los gravámenes no son elevados -un viaje de ida y vuelta a Oporto en un turismo cuesta 7,5 euros-, la complejidad del sistema de pago escogido por el Gobierno luso hizo que muchos conductores gallegos dejasen de circular por la autovía. Desde que en 2013 se facilitó el mecanismo de cobro, el tráfico ha empezado a recuperarse. En paralelo, el uso de la A-3 -vial más caro pero con un peaje convencional- crece desde hace años.

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