En enero de 2016 TAP anunciaba su regreso a la parrilla de Peinador con un enlace diario a Lisboa. Lo hacía 25 años después de explotar la misma conexión. La noticia fue muy mal recibida por el alcalde de Oporto, Rui Moreira, que pocos días después de la confirmación oficial de la nueva ruta trasladó su "preocupación" por el impacto que tendría en la terminal de Sá Carneiro, acostumbrada a recibir a los vigueses que se dirigían a África o América Latina. Su discurso se fue endureciendo con el paso de los días y tan solo unas semanas después de que los billetes saliesen a la venta calificó la conexión de "broma de mal gusto" y pidió la intervención del Ejecutivo luso, poseedor del 50% de la compañía, para lograr su cancelación. Todo ello cinco meses antes de que TAP comenzase a operar la línea.

Sus declaraciones fueron replicadas por el alcalde Abel Caballero, que censuró las palabras de su homólogo en Oporto y solicitó una investigación de la Unión Europea. "Es de una gravedad extrema impedir el libre mercado y las decisiones que tomó la compañía y además hacerlo con argumentos políticos del país", apuntó por aquel entonces el primer edil vigués.

Fue entonces cuando Moreira transformó por completo su alegato, pasando de la crítica a la aerolínea al menosprecio hacia Vigo y Peinador. En una entrevista concedida en marzo de ese mismo año a la revista Visão, la de mayor tirada de información general en el país vecino, tildó de "miserable" al aeródromo olívico. Preguntado por las críticas recibidas, el regidor las calificó de "normales". "El drama de Galicia es que está por delante del norte de Portugal en todo menos en los aeropuertos. Tienen tres y no se entienden entre ellos", señaló.