Los 160 metros de calle que separan la entrada al casco urbano desde la autopista por Alfonso XIII y la subida hasta los comercios de Urzáiz parecen sacados de otra ciudad o un decorado que nada tiene que ver con las calles del entorno. Por Cervantes entran de media cada jornada un total de 9.483 vehículos que se encuentran con una imagen de deterioro y suciedad que no encuentra en estos momentos comparación con ningún otro punto de la ciudad.

El Concello ha tomado medidas para mejorar el bienestar de la zona convirtiendo varias calles de Churruca en semipeatonales aprovechando su humanización. Pero el paso constante de turismos y camiones, la suma de varios inmuebles en ruinas en manos de particulares, un comedor social y la presencia de numerosos locales de ocio nocturno han convertido a Cervantes en un caso excepcional dentro del casco urbano vigués con el agravante de que se trata de una de las principales vías de entrada a Vigo y la consiguiente mala imagen que se ofrece a quienes acudan de visita y no conozcan a fondo el resto del municipio.

No hay una loseta de piedra que se salve de las pintadas reivindicativas, los dibujos sin rematar o la simple firma de los vándalos. Los restos de pintura se restringían antiguamente a las puertas de alguna vivienda abandonada, pero ahora ya copan garajes, muros de viviendas, cristales de cafeterías y hasta una de las fachadas de la Misión del Silencio en la esquina con Urzáiz. Donde no hay grafitis se acumulan restos de carteles de conciertos y actividades sin retirar que degradan igualmente el aspecto general de esta céntrica vía.

El problema arranca al principio de la calle por la presencia de tres edificios en ruinas, del número 1 al 5, donde Gescomar tiene ya licencia para ampliar y reformar los inmuebles con una inversión de 1,1 millones de euros. Esta actuación podría suponer un punto de inflexión para la zona, que vio cerrar varios pequeños negocios en los últimos años y la clausura de un conocido restaurante en la parte alta. Ahora mismo queda abierta una tapería en el número 6 cuyas fachadas no se escapan de las pintadas, al igual que las del número 18 o el garaje del edificio número 13. Los desperfectos van desde la salida de la AP-9 hasta el último local de una aseguradora haciendo esquina con Urzáiz y se prolongan por los laterales hacia Rogelio Abalde, Irmandiños y Churruca. Por ahora sobreviven las cristaleras de JAM2 Arquitectos en el edificio más nuevo de la manzana. Los vecinos llevan años quejándose, pero la ubicación de Cervantes en pleno centro de la marcha nocturna hace difícil erradicar las pintadas.