El refugio de A Madroa cambiará de aspecto en los próximos meses: suelos pavimentados en detrimento de la tierra, una zona especial para los canes de raza peligrosa -que pasarán a contar con un patio exterior propio- así como la ampliación de las casetas para acoger a la ingente cantidad de animales que aglutina. Las instalaciones han superado su límite ideal y es necesario buscar alternativas para la distracción de los cientos de perros.

Así fue como surgió la idea que ayer se convirtió en una realidad: un programa de voluntariado para sacar a pasear a los cánidos que conviven en estas instalaciones para que sigan pisando hierba y tierra, ya que los animales "no pueden estar constantemente sentados solo sobre cemento", explicó el presidente del refugio de A Madroa, Vicente Viso. Durante poco más de una hora los canes podrán salir del recinto en el que están encerrados día tras día para disfrutar del aire libre, de juegos y de la libertad que tenían antes de terminar en el refugio.

Ayer comenzó esta iniciativa en la que participaron una decena de voluntarios acompañados de Quique, Coco, Negro, Neli, Peludo, Kati, Copo y otros dos perritos que al ser de reciente llegada al refugio todavía no fueron bautizados. Para ellos era la primera vez que alguien los sacaba a pasear y que entraban en contacto, después de mucho tiempo, con una persona que no fuera su cuidadora en la protectora. "Están muy desconfiados porque a saber qué circunstancias vivieron", relató. "Es la primera vez que vamos a sacar a los perros así en grupo, anteriormente lo hicimos de forma individual o por algo concreto. Hay que tener mucha paciencia, no están acostumbrados a pasear ni a llevar correa. Elegimos a los más tranquilos pero para muchos esto es nuevo", explicó Viso.

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Paseos por A Madroa con sabor a libertad

Nos vamos de paseo con los perros del refugio de A Madroa // C. Graña

Pero esa inquietud inicial se tornó en comodidad a los pocos minutos. Enérgicos saltos, tirones de correa y algún que otro lametazo suelto terminó convirtiéndose en la tónica de un paseo matinal que recorrió los senderos de Candeán. Con el paso de las jornadas y cuando los animales comiencen a acostumbrarse a estos paseos, el recorrido se ampliará al monte así como el tiempo de su duración.

Los perros que se emplearon son "manejables" si bien a alguno le costaba controlar su euforia. "Se nota que tenía muchas ganas de salir", reconoció Rosalía Fernández, quien junto a su hija Covadonga repiten experiencia. "Nosotras ya colaboramos con la perrera de Gondomar, vamos casi todos los fines de semana a sacar a los perros y cuando descubrimos esta oportunidad no dudamos en participar en el curso de voluntariado", narraron.

Y es que antes de comenzar con el paseo, los participantes tuvieron una jornada de aprendizaje y tratamiento a los animales en VigoZoo, taller de voluntariado municipal en el que participó también la concejal de Medio Ambiente, Chus Lago. En este curso llegaron a participar hasta 35 personas, si bien el único horario posible limitó la participación en el paseo a una decena de ellos. Vicente Viso precisó que no se trata de una tarea sencilla. "Siempre hay que llevar a los mismos perros y que sean los mismos que comparten caseta, sino podría haber problemas", señaló el presidente del refugio de A Madroa, quien remarcó que a su vuelta "no se les puede mezclar con los otros porque olerán a nuevo y podría producirse un rechazo".

Ampliar a horarios de tarde

El Concello junto a la directiva del refugio, atendiendo a la demanda de voluntarios, planea ampliar los días de salidas a un horario de tarde. "Si todo sale bien conseguiremos que sean muchos más los perros que puedan salir", reconocieron miembros del programa de voluntariado municipal. Por el momento, el día y hora para sacar a pasear a los animales de A Madroa es el miércoles a las 09.30 horas. "Esperemos que esto se convierta en sucesivo porque les hace falta", afirmó el presidente del refugio de A Madroa.

Mientras la gran mayoría ya cuentan con perros propios, otros acuden por ayudar a los animales o bien por terapia. Es el caso de Ana Gabriela Frecha. Esta vecina de Vigo llegó de Argentina junto a su marido y su perrita, pero después de 13 años falleció. "Lo pasé muy muy mal, yo quería adoptar otro pero me dijeron que era mejor pasar el duelo. Así que mientras me recupero del todo ayudo a otros perritos a que salgan de vez en cuando de la perrera", aseguró esta mujer.

Sofía Nogueira también es otra amante de los animales. Convive con varios gatitos pero el mundo perruno también le conmueve. "Por motivos de trabajo no voy a poder venir siempre que pueda pero considero que es un proyecto magnífico para estos animales", explicó esta viguesa.