El consumo de alcohol y sustancias estupenfacientes está muy presente en las agresiones sexuales. La sumisión química es una de sus manifestaciones. Se trata de usar drogas para facilitar la agresión. Ya sea sin el conocimiento de la víctima o presionándola para que consuma más. Precisamente, ayer, la Comisión de Igualdad del Congreso instó al Gobierno a incrementar las penas para estos casos. Es un problema del que cada vez se habla más, pero que aún está muy invisibilizado. Entre otras cuestiones, no hay estadísticas que determinen cómo está de extendida esta práctica. Un estudio de las universidades de Vigo y Santiago trata de indagar en este asunto entre los jóvenes gallegos.

Manuel Isorna Folgar, investigador de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UVigo y técnico de prevención de drogodependencias, y Antonio Rial Boubeta, experto de la Facultad de Psicología de Santiago, han elaborado un cuestionario para conocer los nuevos hábitos de consumo de alcohol y estupefacientes y el uso de internet entre chicos de 14 a 23 años. Un estudio piloto con el que pretenden recabar información de 2.000 jóvenes y al que esperan que estos contesten "con sinceridad", al ser anónimo. Tras tres meses de elaboración del test y después de formar a los encuestadores, se inició la consulta a finales del mes de abril en institutos gallegos.

La sumisión química o las drogas como facilitadores del asalto sexual es uno de los apartados a los que le prestan atención. Preguntan a los jóvenes si se invita a alcohol u otras drogas como método para ligar o si se usan estas sustancias para aprovecharse sexualmente de alguien. Y, si han sido víctimas de ello, cómo han actuado. "Queremos comprobar si esto está pasando", señala Isorna. Advierte de que hay agresores que, sin necesidad de facilitar la sustancia, se aprovechan del estado que provoca su consumo en la víctima. "Saben a quien atacar, muchas veces se aprovechan de que están colocadas", subraya.

La sumisión química está recogida en el Código Penal en el apartado en el apartado de abusos sexuales -artículo 181-, el mismo por el que se condenó a los cinco miembros de "La Manada". Contempla penas de uno a tres años para quien "sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona". Si consiste en acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, asciende a entre cuatro a diez años.

El amplio cuestionario -de algo más de media hora-, se fija en otros aspectos también de dimensión desconocida, como es la penetración de sustancias psicoactivas nuevas o emergentes en la comunidad. Se trata de "drogas inteligentes", fácilmente accesibles a través de internet y que no son detectables por los tradicionales análisis de drogas. Además de burlar el control en este aspecto, también lo hacen en la venta. La mefedrona, con efectos parecidos a los del éxtasis, era vendida como fertilizante de plantas. El "spice" son hojas impregnadas en sustancias cannabinoides de síntesis, con efectos más potentes y tóxicos, que se comercializa como incienso.

Entre otras muchas cosas, el sondeo se interesa por el consumo y la vía de adquisición de la ayahusca, el éxtasis líquido, los poppers, la ketamina, la "flakka" o droga caníbal -un desparasitador de vacas-... También de los hábitos en la ingesta de alcohol, como la mezcla de Jägermeister con bebidas energéticas o la bebida violeta, hecha con jarabe, refrescos y dulces. Entre las adicciones y los usos inadecuados, la encuesta incluye el móvil e internet. Además, indaga en la percepción de los riesgos de estos consumos, sus consecuencias, las conductas que provocan... Una radiografía de las adicciones en la juventud gallega.

Manuel Isorna - Investigador

"Con el sondeo queremos comprobar si esto está pasando aquí"