La gran familia felina de Vigo necesita mudarse. La nave que desde hace cinco años ocupa la asociación Proyecto Gato se ha quedado pequeña para los más de 200 felinos que cuida ni reúne las mejores condiciones para la vida de los animales, que sufren altísimas temperaturas en verano y bajas en invierno y cuentan con muy poca luz natural. Su nuevo hogar está en Gondomar, en una nave más grande. Pero la organización necesita financiación para trasladarse y acondicionar antes las instalaciones. "Nuestro refugio tiene una altura enorme y se notan mucho el calor y el frío. Además, (los gatos) apenas ven la luz del sol y es una pena porque cuando tienen una mínima opción se arriman a una ventana", explica Fátima Lago, una de las promotoras de la entidad.

Junto a Sonia, Pablo y Marta, Fátima abandonó las instalaciones de A Madroa hace un lustro y desde entonces busca el refugio ideal para estos animales. "Sabemos que aquí los gatos no están a gusto pero necesitamos dinero para cambiar de sitio", reconoce. Sus gastos mensuales -entre veterinarios, medicinas, alimentación y limpieza- ascienden hasta los 5.000 euros. "Sobrevivimos gracias a las aportaciones de nuestros socios y a las subvenciones, sobre todo de fundaciones europeas", señala.

Su nuevo hogar puede estar en Gondomar. O al menos eso desean los responsables de la asociación. Ya han hablado con el propietario de una nave en desuso que en su día se empleó para almacenaje de setas. El alquiler sería inferior al que tienen en la actualidad, pero el inmueble necesita reformas. "Tendríamos que hacer bastantes obras para adaptarlo a las necesidades de los animales. Eso es muy costoso (estiman que sobre unos 200.000 euros) pero necesitamos instalarnos allí para que los felinos tengan vida", suplica Lago, quien no pierde la esperanza de conseguir la financiación: "Tenemos que lograrlo por los gatetes y seguro que antes o después tendremos el dinero". Para ello harán una campaña de crowdfunding en las próximas semanas con la que esperan recaudar lo suficiente para iniciar el traslado.

Hasta que llegue ese día, los responsables de Proyecto Gato siguen yendo al refugio improvisado a diario. Allí pasan buena parte de su tiempo libre. "Lo primero que hacemos es saludar uno a uno a todos los gatos para ver comprobar su estado y asegurarnos de que ninguno tiene algún problema", relata Lago, que se sabe el nombre de todos los animales. "Son de nuestra familia y les tenemos mucho cariño", asegura. Algunos de ellos son Evaristo, Mecánico, Motor, Alfeñique, Jenaro o Cremita.

Entre sus muchos servicios está el de la esterilización. Muchos particulares llegan a primera hora de la tarde con sus mascotas y los recogen esa misma noche. "Hay gente que nos pide el favor porque no tiene recursos económicos", señala la responsable. Además, un puñado de voluntarios acude hasta sus instalaciones para colaborar en lo que pueden. "Limpian, hacen compañía a los animales... Son fundamentales para nosotros", añade.

Pese a que ya son muchos, la familia aumenta semana a semana. "Entran más mininos de los que salen en acogida", reconocen desde la asociación. A los nuevos inquilinos les cuesta adaptarse a la dinámica del resto, pero una vez instalados juegan y ríen ajenos a todo. "Es imposible no enamorarse de todos ellos", concluye Lago.