Aunque solo tres de cada diez parejas en procesos de divorcio que el juzgado deriva al Servicio de Mediación Familiar Intrajudicial llegan a sentarse frente a frente para solucionar sus desavenencias, la cifra mejora sustancialmente en el número de acuerdos que resultan cuando ambos ponen de su parte. De los 31 ex cónyuges con discrepancias en el reparto económico o en las medidas de visita o alimentos que a lo largo de este año optaron por este proceso, 14 de ellas llegaron a un acuerdo. Este servicio, puesto en marcha en el año 2012, tiene como objetivo 'enterrar el hacha de guerra' entre el matrimonio, pacificar su relación y especialmente, mantener la unidad familiar valorando por encima de todo el interés jurídico el menor.

La catedrática Esther Pillado es, junto a Francisca Fariña, coordinadora del servicio de mediación. Cuenta con una jurista y una psicóloga para atender estos casos que el juez y Letrado de la Administración de Justicia derivan a su servicio. "Lo primero es mantener una sesión inicial informativa en presencia de los abogados. Ahí explicamos las ventajas de este servicio y cómo puede mejorar su futuro; que la ruptura de la pareja no conlleva una ruptura familiar, que deben seguir manteniendo una relación en beneficio de los niños en común, y se resuelve todas las dudas que pueden tener. A partir de aquí, si deciden seguir, estas sesiones ya son solo para las partes. Se aboga por que hablen de forma equilibrada para llegar a un acuerdo, siempre respetando los tiempos y luego ya, poco a poco alcanzar un acuerdo total o parcial", explica Esther Pillado.

Aunque muchos de los asuntos a tratar tienen como protagonistas a progenitores con hijos menores, no es el perfil exclusivo. "Es cierto que gran parte de estas familias viene por problemas con el régimen de visitas, la custodia, pero hay otros que solo por el reparto económico tras el divorcio. Pero lo habitual son las modificaciones de medidas", reconoce esta profesional.

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Voluntariedad y disposición

¿Y qué casos se derivan y cuáles no? Depende únicamente del criterio de los jueces. "Se basan en el nivel de conflictividad, la conveniencia y eficacia que creen que pueda tener para la ex pareja", explica Esther Pillado, quien hace hincapié en que aunque el acuerdo no quede plasmado en la firma de un convenio, este proceso no puede tildarse de "fracaso". "Nos hemos encontrado a parejas que no tenían comunicación entre ellas pero al salir del servicio la recuperan, y esto es importantísimo; así luego llegan a acuerdos en la vista delante de un juez, ¿y esto porqué es? Por el trabajo previo realizado en el servicio. Para nosotros, que mejoren en su relación y sea más cordial ya sería un gran avance", matiza Pillado. Destaca esta profesional y directora del servicio dependiente de la Xunta de Galicia y coordinado por la Universidad de Vigo, la importancia de la voluntariedad y disposición de las personas que apremian acudir a la mediación. "Es muy importante que los abogados les aconsejen que acudan a este servicio a escuchar en qué consiste porque uno de los grandes problemas que tenemos es el desconocimiento por parte de la sociedad", lamenta la coordinadora.

La complejidad emocional de los procesos de Familia requiere un trabajo extra para llegar a un acuerdo firme por ambas partes. Y es que no solo se trata de ganar o no una vista. "Por eso nosotros trabajamos no solo con una jurista, sino con una psicóloga, porque este aspecto es también muy importante. Las discusiones y malentendidos tienen que salir, sino los problemas no pueden arreglarse y es justo en este momento cuando se está en condiciones de empezar a hablar. La mediación es mirar hacia el futuro".

Esther Pillado | Coordinadora del servicio

"Cuando no se llega a un acuerdo no es un fracaso; se restableció una comunicación que antes estaba rota"